Los Superhéroes de la Amistad



Era un día soleado en la ciudad de Cuentilandia, donde vivían cinco amigos muy especiales. Cada uno de ellos tenía un poder único que los hacía brillantes a su manera. Pero lo que más los unía no eran sus superpoderes, sino su gran amistad y la manera en que se apoyaban entre sí.

Primero estaba Lía, quien tenía la habilidad de transformar cualquier palabra en un color brillante. Pero a veces, cuando quería contar algo, se le dificultaba un poco decir las palabras correctas.

"¡Lía, contá lo que viste en el parque!" dijo Tobi, el chico que podía volar.

"V-v-ví... ví un... un perrito... azul…" tartamudeó Lía, un poco nerviosa.

"¡Increíble! Un perrito azul, ¡eso suena como una aventura!" se entusiasmó Tobi.

Luego estaba Lucas, quien podía crear sonidos mágicos. Sin embargo, tenía un trastorno de los sonidos del habla, por lo que algunas palabras no salían como él quería.

"Lucas, hacé un sonido del océano, por favor" pidió Sara, que podía hablar con los animales.

"Hh-hola, S-sara, c-c-claro..." intentó Lucas, y al final, produjo un sonido como de olas, pero tuviera que reírse porque no salió del todo bien.

"¡Eso fue sorprendente! Cada día te superás más, Lucas" lo animó Sara.

Por otro lado, había Tati, que tenía un don especial para conectar con los sentimientos de los demás, pero a veces no sabía cómo articular lo que quería decir, y eso le resultaba complicado. Ella siempre intentaba que los demás se sintieran bien, pero…

"Tati, ¿qué te pasa?" le preguntó Ivo, el chico que podía hacerse invisible.

"E-e-es que..." trató de responder, pero se quedó pensando en las palabras.

"¡Si no encontrás la palabra, sólo decí lo que sentís!" le aconsejó Ivo, quien entendía que todos tienen sus propias maneras de comunicarse.

Un día, mientras exploraban el bosque, escucharon un extraño sonido de socorro. Sigilosamente se acercaron y encontraron a un pequeño gato atrapado en un árbol.

"¡Hay que ayudarlo!" exclamó Tobi.

Pero no sabían cómo. Lía se sintió insegura y comenzó a dudar:

"Y-y-yo no puedo decir l-l-las palabras que quiero…¿cómo vamos a ayudar?"

"No te preocupes, Lía. Somos un equipo y juntos podemos encontrar la manera", replicó Sara, impulsando el ánimo de todos.

Ivo decidió hacerse invisible y trepar por el árbol, pero al llegar a la cima se dio cuenta de que no podía tocar al gato sin hacerse visible. Entonces, Tati, con su gran empatía, sugirió:

"Si le hablamos, tal vez se sienta mejor y baje solo."

"¡Esa es una gran idea! Yo le puedo hablar usando mis sonidos mágicos", dijo Lucas, lleno de aliento.

Así que los amigos se agruparon y comenzaron a hablarle al gato, usando sus habilidades. Ivo subió al árbol y le decía palabras suaves mientras Lucas producía sonidos que calmaban. Todos juntos hicieron que el gato sintiera el amor y la confianza, y finalmente, el gato, parsimoniosamente, saltó de la rama y corrió hacia ellos.

"¡Lo logramos!" gritaron todos con alegría.

Lía se sintió bien y correspondió:

"Fue-s-sem-nosotros juntos... y me siento-orgullosa de ser parte de este equipo!"

"¡Y sí! Cada uno tiene su poder especial y eso es lo que nos hace fuertes!" añadió Tobi mientras reía junto a todos.

Desde ese día, los amigos aprendieron que aunque cada uno hablaba de una manera diferente, eso no impedía que pudieran comunicarse y apoyarse mutuamente. Así, se convirtieron en los Superhéroes de la Amistad, donde la verdadera fuerza era la conexión y el respeto, demostrándole al mundo que cada diferencia es una oportunidad para brillar juntos.

Y así, los cinco amigos continuaron sus aventuras, siempre dispuestos a aprender y a ayudar a quien lo necesitaran, porque ser diferentes solo los hacía más especiales.

FIN.

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