Los Superhéroes de la Vacuna



Era un día soleado en el jardín de infantes, y los niños estaban ansiosos por jugar. Pero Ana y Juan estaban un poco nerviosos. Pronto tendrían que vacunarse y eso los hacía sentirse inquietos.

- ¿Qué va a pasar cuando nos vacunan? - preguntó Juan, mirando a Ana con sus ojos grandes.

- No sé, pero he escuchado que duele un poco - respondió Ana, encogiéndose de hombros.

La señorita Sofía, que siempre sabía cómo calmar a sus pequeños, decidió reunirse con ellos en un rincón del aula.

- Chicos, ¿puedo contarles un secreto súper importante? - dijo la señorita con una sonrisa.

- ¿Qué es? - preguntaron ambos al unísono, un poco intrigados.

- Las vacunas son como superhéroes que viven en nuestro cuerpo.

- ¿Superhéroes? - preguntó Juan, sorprendió.

- Sí - continuó la señorita Sofía. - Cuando te vacunas, estás invitando a estos héroes a que se muden a tu cuerpo y te protejan de los villanos, que son los gérmenes.

- ¿Y cómo son esos superhéroes? - preguntó Ana, ahora más interesada.

- Imagínense a las vacunas como los “Defensores de la Salud”. Cada vez que un gérmen intenta entrar en nuestro cuerpo, estos superhéroes saltan en acción.

- ¡Guau! - exclamó Ana.

- Exactamente. Pero a veces, para que los superhéroes sean más fuertes, necesitan un poco de entrenamiento, y eso es lo que hacemos cuando nos vacunamos. n- Pero… ¿qué pasa si un gérmen muy fuerte viene? - interrogó Juan, frunciendo el ceño.

- Ah, esa es la magia de la vacuna. Cuando te vacunas, tus superhéroes memorizarán a los gérmenes y las próximas veces que intenten entrar, ya estarán listos para combatirlos. ¡Así que nunca estarán solos!

- ¡Es como una batalla épica! - gritó Ana, comenzando a emocionarse.

- Exactamente, es una batalla, pero también sabemos que siempre ganamos. Además, es necesario que todos seamos valientes y nos vacunemos, para que nuestros superhéroes estén siempre listos y fuertes.

- Pero, ¿por qué no podemos verlos? - preguntó Juan, curioso.

- A veces los superhéroes trabajan en silencio; son pequeños y no los podemos ver, pero ellos sienten cada vez que los llamas. Cuando te enfermas, ellos están ahí para ayudarte.

- Entonces, si somos valientes y vamos a vacunarnos, nuestros superhéroes estarán listos para protegernos - dijo Ana, cada vez más convencida.

- ¡Exactamente! Y, además, cuando te vacunas, también estás protegiendo a tus amigos, a tu familia y a todos.

- ¡Vamos a vacunarnos, Ana! - exclamó Juan, con valor.

- ¡Sí! - respondió Ana, sonriendo.

Esa misma semana, Ana y Juan fueron a vacunarse. A medida que entraban a la sala, él se giró hacia ella y murmuró:

- ¿Listos para dejar que nuestros superhéroes salven el día?

- ¡Sí! - contestó Ana, sonriendo con confianza.

Después de vacunarse, ambos sintieron un ligero pinchazo, pero la señorita Sofía les había dicho que eso era solo parte del entrenamiento de sus superhéroes. Se miraron y se hicieron una mueca, pero compartieron una risa.

Cuando regresaron a la escuela, contaron a todos sus amigos sobre los superhéroes de la salud. Desde ese día, Ana y Juan no solo se sintieron más valientes, sino que también se convirtieron en los mejores embajadores de la vacuna.

- ¡Todos necesitamos a nuestros superhéroes!

- ¡Sí! - decía Juan con orgullo.

Y así, con un poco de conocimiento y coraje, Ana y Juan aprendieron que ser valiente a veces significa permitir que los verdaderos héroes entren en nuestras vidas, y que cuidarnos es la mejor aventura que podemos emprender juntos.

FIN.

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