Los Superhéroes de Segundo Grado



Era un día soleado en la Escuelita Ricardo López. Los chicos y chicas de segundo grado se preparaban para su clase de ciencias. La maestra, la Señorita Clara, les había prometido una sorpresa que cambiaría su día.

"¡Chicos! Hoy vamos a aprender sobre el reciclaje, pero de una manera especial", dijo la Señorita Clara mientras sacaba una caja llena de materiales reciclados.

Los chicos miraban curiosos y emocionados. Pero de repente, un fuerte ruido proveniente del patio interrumpió la clase. Era Pedro, el conserje, quien corría descontrolado.

"¡Ayuda! ¡Se ha descontrolado el sistema de riego y todo se está inundando!", gritó Pedro mientras señalaba el charco que se formaba rápidamente.

Los chicos se miraron entre sí, y en ese momento, una chispa de inspiración cruzó sus mentes.

"¡Podemos ser superhéroes!", exclamó Sofía, la más valiente del grupo.

"¿Superhéroes? ¿Y cómo?", preguntó Tomás, algo escéptico.

"Usando todo lo que aprendimos sobre el reciclaje y el trabajo en equipo", respondió Sofía.

Así, los chicos comenzaron a pensar en sus superpoderes. Se dividieron en grupos y cada uno eligió un material reciclable para crear su propio disfraz. Con cajas de cartón, botellas y tape, confeccionaron trajes coloridos. Sofía quedó como "La Capitán Eco", Tomás se convirtió en "El Guardián del Agua", y así sucesivamente.

"¡Cada superhéroe tiene que representar algo importante!", dijo Lila, que había unido botellas de plástico para hacerse una capa brillante.

"¡Yo seré 'La Chica Recicladora'!", gritó.

Con sus peculiares disfraces, decidieron salir al patio. La situación estaba complicada, pero ellos no eran como los demás, ahora eran superhéroes.

"¡Sistema de riego descontrolado, ¡detente!", ordenó El Guardián del Agua, usando su manual de instrucciones como si fuera un poderoso artefacto.

"¡Yo traeré ayuda!", dijo La Capitán Eco mientras corría hacia el salón en busca de herramientas.

Sin embargo, cuando llegaron al lugar, se dieron cuenta de que el agua no paraba. La solución no era tan fácil.

"¡Esto no está funcionando!", dijo Tomás frustrado.

"Tal vez necesitamos más superhéroes", sugirió Sofía.

"¡Sí! ¡Llamemos a todos!", exclamó Ana con entusiasmo.

Los chicos corrieron de vuelta al salón y reclutaron a sus compañeros de clase. Juntos, formaron un equipo de superhéroes en el patio.

"¡Todos juntos podemos!", gritó La Chica Recicladora.

"¡Sí!", respondieron al unísono.

"Primero, necesitamos poner cubos para desviar el agua", sugirió Pedro, quien se había acercado para observar.

Decididos, formaron fila y empezaron a colocar cubos en los puntos estratégicos del patio, mientras El Guardián del Agua explicaba cómo hacerlo. La mezcla de ideas y trabajo en equipo empezó a dar resultados.

"¡Miren! El agua ya está bajando", dijo Sofía mientras observaba orgullosa el esfuerzo del grupo.

"Fue genial trabajar todos juntos", sonrió Tomás, dándose cuenta de que ser superhéroe era más que solo llevar un disfraz.

Finalmente, con el agua bajo control, los chicos celebraron su victoria. Todos gritaron juntos, levantando los brazos.

"¡Hemos salvado la escuela!"

Pedro, emocionado por la acción de los niños, dijo:

"Gracias, chicos. Hoy demostraron que realmente son unos superhéroes. La unión hace la fuerza y con la creatividad se pueden lograr grandes cosas".

Ese día, los estudiantes aprendieron no solo sobre el reciclaje, sino también sobre la importancia de trabajar en equipo, la creatividad y la solidaridad.

Desde entonces, la Escuelita Ricardo López siempre recuerda aquel día en que los chicos y chicas de segundo grado se convirtieron en superhéroes para salvar su escuela. Y cada vez que ven un papel tirado, una botella o cualquier material reciclable, los chicos sonriendo recuerdan que dentro de ellos hay un superhéroe listo para hacer la diferencia.

FIN.

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