Los Superseños y el Tesoro Perdido del Jardín 927
En el Jardín 927, un grupo de niños y niñas con habilidades especiales se conocieron y formaron un equipo llamado los Superseños.
Cada uno de ellos tenía una habilidad única que los ayudaba a enfrentar cualquier desafío que se les presentara. Vale era la más atenta del grupo, siempre alerta como un búho. Clau, por su parte, era la guía del equipo en cada desafío, siempre encontrando el camino correcto.
Bety era conocida como el abrazo de oso, ya que su fuerza física podía proteger a todos sus amigos. Damaris era experta en crear melodías mágicas que alegraban los corazones de todos. Loly era audaz y valiente, nunca temía enfrentarse a nuevos retos.
Silvi era sabia y siempre tenía respuestas para las preguntas más difíciles. Y Mariel era la generadora de curiosidad, despertando en todos una sed insaciable por aprender y divertirse.
Un día, mientras estaban jugando en el patio del jardín, notaron algo extraño: había desaparecido uno de los juguetes favoritos del grupo, un peluche muy querido llamado Pompón. Los Superseños decidieron investigar lo ocurrido y resolver el misterio.
Se reunieron en secreto en su cuartel general: una pequeña casita hecha con cojines y sábanas donde solían planear sus aventuras. Vale utilizó su habilidad para escuchar atentamente cualquier sonido sospechoso cerca del lugar donde habían dejado al peluche; pero no logró encontrar ninguna pista.
Clau propuso revisar las cámaras de seguridad del jardín para ver si alguien había tomado el peluche. Bety, con su fuerza de oso, subió a lo alto de un árbol y alcanzó las cámaras.
Después de revisar los videos, encontraron algo sorprendente: ¡el peluche se había movido por sí solo! Decidieron seguir al peluche misterioso y llegaron a un rincón oculto del jardín donde encontraron una puerta secreta.
Con valentía, Loly abrió la puerta y descubrieron un pasadizo subterráneo que los llevó a una sala llena de juguetes olvidados. Allí encontraron al culpable: un duendecillo travieso llamado Trasto que estaba aburrido y quería jugar con ellos. Mariel se acercó curiosa al duendecillo y comenzó a hacerle preguntas sobre sus travesuras.
Trasto les explicó que él solo quería divertirse también, pero no sabía cómo hacerlo sin molestar. Los Superseños le enseñaron que podían jugar todos juntos sin causar problemas ni dañar nada.
Desde ese día, Trasto se convirtió en parte del equipo de los Superseños y juntos aprendieron el valor de la amistad, la cooperación y el respeto por los demás.
Y así continuaron viviendo emocionantes aventuras en el Jardín 927, siempre dispuestos a aprender, jugar y divertirse mientras ayudaban a otros en apuros. Los Superseños demostraron que con habilidades especiales e ingenio podían enfrentar cualquier desafío que se les presentara. ¡Y colorín colorado! Esta historia ha terminado, pero los Superseños seguirán viviendo muchas más aventuras en el Jardín 927.
FIN.