Los tesoros del bautismo



Había una vez un niño llamado Tomás, hijo de Pilar y Daniel Weinberg. Un día, en la costanera, Tomás fue bautizado y recibió regalos muy especiales que le enseñaron cosas valiosas sobre la vida.

La primera persona que se acercó a él fue su abuelo Luis. Con una sonrisa cálida, le entregó una caracola brillante y le dijo: "Tomás, esta caracola representa la importancia de escuchar con atención.

Cuando te encuentres en momentos difíciles o necesites consejo, ponla cerca de tu oído y escucha el sonido del mar. Te recordará que siempre hay alguien dispuesto a escucharte". Tomás estaba emocionado por su nuevo regalo y decidió llevarlo consigo a todas partes.

La caracola se convirtió en su confidente silenciosa. Unos días después, mientras paseaba por el parque junto a sus padres, Tomás vio algo inusual. Había una jaula con un pájaro atrapado dentro.

Sin pensarlo dos veces, corrió hacia ella y abrió la puerta para liberar al pobre animalito. El pájaro voló felizmente hacia el cielo mientras Tomás sonreía satisfecho. En ese momento, apareció su tío Sergio y le dio una flor de malvón roja.

"Tomás", dijo tío Sergio, "esta flor es símbolo de libertad y generosidad. Al igual que liberaste al pájaro encerrado en la jaula, recuerda siempre ayudar a los demás y ser amable con todos". Tomás tomó la flor con cuidado y prometió cuidarla como un tesoro.

La colocó en su habitación y cada mañana se aseguraba de regarla y darle mucho amor. Un día, mientras exploraba el bosque cercano a su casa, Tomás encontró una botella cerrada.

Intrigado, la abrió y descubrió un mensaje dentro. Decía: "Querido Tomás, esta botella representa la importancia de la curiosidad y el deseo de aprender. Nunca dejes que tu sed de conocimiento se apague".

El mensaje no estaba firmado, pero Tomás sabía que alguien especial lo había dejado allí para él. Desde ese día, comenzó a leer libros sobre diferentes temas y a hacer preguntas constantemente. Los años pasaron y Tomás se convirtió en un joven inteligente y amable.

Siempre llevaba consigo la caracola para recordar escuchar atentamente a los demás, la flor para recordar ser generoso con aquellos que necesitaban ayuda, y guardaba el mensaje en su corazón para mantener viva su curiosidad por aprender.

Un día, mientras caminaba por la playa con sus padres, encontraron una caracola similar a la que le habían dado cuando era niño. Al acercarse al oído de Tomás, escucharon las risas del mar susurrando palabras de gratitud por haber aprendido las lecciones sagradas del bautismo.

Tomás sonrió al darse cuenta de cuánto había crecido gracias a esos simples objetos simbólicos. Sabía que siempre llevaría consigo las enseñanzas preciosas que le habían sido transmitidas aquel día en la costanera.

Y así fue como Tomás Weinberg se convirtió en un hombre sabio y generoso, dispuesto a escuchar, ayudar y aprender en cada paso de su vida.

FIN.

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