Los Tesoros del Despertar


Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos, un niño llamado Tomás. Tomás era conocido por su dulce sonrisa que iluminaba el día de todos los habitantes del lugar.

Siempre estaba dispuesto a ayudar a quien lo necesitara y a regalar una palabra amable. Un día, mientras caminaba por el bosque cercano al pueblo, Tomás se quedó dormido bajo la sombra de un árbol.

En sus sueños, vio un paisaje maravilloso lleno de colores brillantes y criaturas mágicas. Un hada le dijo que para despertar tendría que encontrar tres tesoros escondidos en lugares muy lejanos.

Al despertar, Tomás decidió emprender la búsqueda de los tesoros para poder despertar y compartir con todos la belleza de su sueño. Con valentía y determinación, partió en busca del primer tesoro: una estrella fugaz que solo aparecía una vez al año en lo alto de la montaña más alta.

Durante su travesía, Tomás conoció a nuevos amigos como el conejo parlanchín y el pájaro cantor que lo acompañaron en su aventura. Juntos superaron obstáculos y desafíos hasta llegar a la cima de la montaña donde encontraron la estrella fugaz brillando con todo su esplendor.

"¡Lo logramos!", exclamó Tomás emocionado mientras sostenía la estrella entre sus manos. El siguiente tesoro era una flor mágica que solo florecía en medio del bosque encantado custodiada por un duende travieso.

Con astucia y bondad, Tomás logró ganarse la confianza del duende quien le entregó la preciada flor como muestra de amistad. Finalmente, el último tesoro era una lágrima de luna que caía sobre el lago cristalino todas las noches.

Con ayuda de sus amigos animales, Tomás construyó un bote para navegar hasta el centro del lago donde recogió con cuidado la lágrima plateada.

Al reunir los tres tesoros, una luz brillante envolvió a Tomás y lo transportó de vuelta al pueblo donde despertó con una sonrisa radiante en su rostro. Los habitantes se maravillaron al escuchar su historia y contemplar los tesoros traídos desde tierras lejanas.

Desde ese día, Tomás siguió siendo conocido como el niño dulce sonrisa que había vivido grandes aventuras en sus sueños pero siempre volvía para alegrar a quienes lo rodeaban con su bondad y amor incondicional hacia todos los seres vivos.

Y así, gracias a sus sueños paisaje, Tomás demostró que con valentía, amistad y perseverancia se pueden alcanzar los deseos más profundos del corazón e inspirar a otros a seguir sus propios sueños llenos de magia y color.

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