Los tlacuaches y el día de la alegría



Era un hermoso día de sol en el bosque. Los tlacuaches, esos simpáticos y curiosos animalitos, se despertaron con una gran energía. - ¡Hoy es un gran día! - exclamó Tico, el tlacuache más aventurero de todos. - ¡Vamos a la escuela, amigos! - dijo Lila, la tlacuache más dulce y soñadora.

Los tlacuaches estaban ansiosos por aprender algo nuevo. Cuando llegaron a la escuela, todos sus compañeros, los animales del bosque, estaban ya reunidos. La maestra búho, sabia y paciente, los saludó con una gran sonrisa. - ¡Buenos días, clase! ¿Están listos para un día lleno de sorpresas? -

- ¡Sí! - gritaron todos al unísono, incluyendo a los tlacuaches.

La maestra búho empezó la clase hablando sobre la importancia de la amistad y la colaboración. - Hoy, haremos un taller donde tendrán que trabajar en equipo para construir un refugio para los animales del bosque que lo necesiten, - explicó.

Los tlacuaches, emocionados, se agruparon con sus amigos. Tico sugirió: - ¡Hagamos un refugio grande para que quepan todos! Lila agregó: - Y decorémoslo con hojas y flores. ¡Será hermoso!

Todos se pusieron manos a la obra. Con ramas, hojas y mucha creatividad, comenzaron a construir. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que no tenían suficientes materiales.

-¿Qué haremos? Esto no es suficiente, - se lamentó Pipo, el pequeño y travieso tlacuache.

Tico, siempre optimista, dijo: - ¡No hay que rendirse! ¿Puedo proponer algo? Podríamos ir en busca de más recursos, ¿quién se anima?

Los otros tlacuaches miraron al grupo y decidieron hacer una pequeña expedición al bosque. - ¡Vamos, a buscar materiales! - gritó Lila entusiasmada.

Así, partieron en un pequeño grupo a recolectar más ramas y hojas. Mientras exploraban, conocieron a una tortuga que estaba buscando un lugar seguro para poner sus huevos.

- ¿Necesitás ayuda? - le preguntó Lila a la tortuga.

- Sí, - respondió la tortuga con voz temblorosa. - No encuentro un lugar seguro, me gustaría un refugio como el que están construyendo.

Tico mirando a sus amigos, decidió: - ¡Podemos ayudarlas! - Los tlacuaches compartieron su idea en voz alta. Así que se pusieron manos a la obra nuevamente, esta vez con otra meta en mente.

- ¡Hagamos un refugio también para la tortuga! - dijo Pipo emocionado. Juntos, construyeron un refugio. Un lugar seguro y hermoso, lleno de hojas y flores. Cuando terminaron, la tortuga no podía creer lo que veía.

- ¡Es hermoso! ¡No sé cómo agradecerles! - dijo llena de gratitud.

Regresaron a la escuela, felices y orgullosos de lo que habían logrado. Pero al llegar, vieron que muchos otros estaban teniendo dificultades con sus propios refugios. - ¿Qué les pasa? - preguntó Lila preocupada.

- No logramos hacer lo que teníamos pensado. - se quejaron sus compañeros.

- No hay problema, - dijo Tico. - ¡Podemos ayudarlos también!

Los tlacuaches corrieron de un grupo a otro, compartiendo lo que habían hecho y ofreciendo su ayuda. El aula se llenó de risas, colaboración y mucha creatividad. Al final del día, pudieron ver cómo cada grupo había creado un refugio único, lleno de amor y creatividad.

La maestra búho, muy satisfecha, les dijo: - Hoy aprendimos que la verdadera alegría se encuentra en ayudar a los demás y trabajando juntos.

Y así, los tlacuaches regresaron a casa contentos, llevando consigo la lección más importante de todas: la alegría de compartir y colaborar.

Esa tarde, al mirar el atardecer desde su hogar, Tico dijo:

- ¡Hoy ha sido uno de los mejores días!

Y Lila respondió: - ¡Sí! Mañana ¡sigamos ayudando a más amigos!

Los tlacuaches se durmieron esa noche sonriendo, sabiendo que la amistad y la solidaridad hacen del mundo un lugar mejor.

FIN.

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