Los tres amigos de Villa Alegría



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegría, un niño llamado Mateo. Mateo era un apasionado de la lectura y pasaba horas y horas sumergido en libros de aventuras, misterio y fantasía.

Un día, mientras paseaba por el parque del pueblo con su hermano Lucas, se encontraron con Jesús, un niño nuevo en el barrio. Jesús llevaba una pelota de fútbol bajo el brazo y una sonrisa radiante en el rostro.

- ¡Hola! Soy Jesús, ¿ustedes quieren jugar al fútbol? -preguntó emocionado. - ¡Claro que sí! Yo soy Mateo y este es mi hermano Lucas. Pero antes de jugar, ¿te gustaría leer un libro con nosotros? -respondió Mateo con entusiasmo.

Jesús aceptó la propuesta y los tres chicos se sentaron en un banco del parque a leer juntos. La tarde pasó volando entre risas, aventuras imaginarias y nuevos descubrimientos en las páginas de aquel libro tan especial.

Con el paso de los días, Mateo, Lucas y Jesús se convirtieron en inseparables amigos. Descubrieron que tenían gustos muy distintos: a Mateo le encantaba leer, a Lucas jugar al fútbol y a Jesús le apasionaba dibujar.

Sin embargo, aprendieron a compartir sus intereses y a apoyarse mutuamente en todo lo que hacían. Un día, Villa Alegría organizó un torneo de fútbol entre los niños del pueblo. Lucas decidió inscribirse para representar al equipo local junto con Jesús.

A pesar de no ser tan bueno como otros jugadores, se esforzaba al máximo en cada entrenamiento. - ¡Vamos campeón! Tú puedes lograrlo -animaba Jesús a Lucas durante los partidos.

Y así fue como llegaron a la final del torneo contra el equipo rival más fuerte. El partido estaba reñido y todo parecía perdido cuando Lucas tuvo que enfrentarse solo al arquero contrario para marcar el gol decisivo. - ¡Vamos hermanito! ¡Tú puedes hacerlo! -gritaba Mateo desde la tribuna.

Con valentía y determinación, Lucas pateó la pelota con fuerza hacia la portería rival. El estadio entero contuvo la respiración mientras la pelota cruzaba lentamente la línea del gol.

¡Gol! El equipo de Villa Alegría había ganado gracias al esfuerzo conjunto de todos sus integrantes. Al finalizar el partido, Mateo abrazó emocionado a su hermano mientras Jesús celebraba junto a ellos.

Desde ese día, los tres amigos comprendieron que juntos podían lograr cualquier cosa que se propusieran si trabajaban en equipo y se apoyaban mutuamente en cada desafío que enfrentaran. Y así continuaron viviendo nuevas aventuras llenas de amistad, compañerismo y aprendizaje constante en aquel rincón mágico llamado Villa Alegría.

FIN.

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