Los tres amigos del bosque



En un hermoso parque de la ciudad, donde las flores bailaban al compás del viento y el sol se escondía lentamente en el horizonte, vivían Adda Alma, una niña curiosa y valiente, y sus amigos la gallina Matilde y el gallo Bartolo.

Una tarde fría de otoño, mientras paseaban por el parque, Adda Alma notó que Matilde y Bartolo estaban tristes. "¿Qué les pasa, amigos?" preguntó con preocupación. "El frío nos está afectando mucho", respondió Matilde con voz temblorosa.

Adda Alma pensó por un momento y luego exclamó: "¡Tengo una idea! Vamos a buscar un lugar cálido para pasar la noche juntos.

"Decidieron ir a buscar refugio en una pequeña casita abandonada que encontraron en medio del bosque cercano al parque. Al llegar, encendieron una fogata con ramas secas que habían recolectado y se acurrucaron cerca para entrar en calor. Mientras disfrutaban del calor del fuego, escucharon ruidos extraños afuera.

Bartolo decidió investigar y salió volando por la ventana. Al regresar, les contó emocionado que había encontrado a unos animalitos perdidos en el bosque que necesitaban ayuda.

Sin dudarlo, Adda Alma, Matilde y Bartolo siguieron a Bartolo hasta donde estaban los animalitos: una familia de conejitos asustados por la oscuridad de la noche. Con cariño y paciencia, los ayudaron a encontrar su madriguera y los arroparon para protegerlos del frío.

Agradecidos por su ayuda desinteresada, los conejitos invitaron a Adda Alma, Matilde y Bartolo a quedarse esa noche en su madriguera para estar seguros y calentitos. Juntos compartieron historias divertidas mientras esperaban amanecer. Al día siguiente, cuando salió el sol radiante sobre el bosque, los amigos se despidieron con alegría.

Los conejitos prometieron visitarlos en el parque siempre que quisieran jugar juntos. Adda Alma entendió entonces que la verdadera amistad va más allá de las diferencias o las apariencias; está en ser solidarios con quienes lo necesitan sin esperar nada a cambio.

Desde ese día, cada vez que caía la tarde en el parque o sentían frío nuevamente, recordaban aquella mágica noche entre risas y abrazos cálidos junto a sus nuevos amigos conejitos.

Y así continuaron viviendo aventuras inolvidables juntos bajo el cielo azul del hermoso parque donde flores bailaban al compás del viento cada tarde antes de dormir.

FIN.

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