Los Tres Amigos y el Bosque Mágico



Era un hermoso día de primavera cuando tres amigos decidieron ir a acampar al bosque. Juan era el más optimista y sentía una gran felicidad por la aventura que se avecinaba. Sofía, en cambio, sentía un poco de miedo ante lo desconocido, mientras que Lucas, que tenía un carácter más temperamental, estaba un poco enojado porque no encontraba el lugar que imaginaba para acampar.

Mientras caminaban por el sendero cubierto de hojas secas, Juan saltaba de alegría.

"¡Miren qué lindo está todo! Vamos, sigamos adelante, seguro encontraremos un lugar perfecto para acampar", decía con una gran sonrisa.

Sofía, viendo cómo las sombras entre los árboles se alargaban, respondió:

"Pero Juan, estoy un poco asustada. ¿Y si encontramos algo peligroso?"

Lucas, cruzando los brazos, dijo con desánimo:

"No entiendo por qué no encontramos ya un lugar. Esto es frustrante. Estoy seguro que es por la idea de Sofía de hacer todo con calma."

Sofía alzó la vista y, aunque le dolía la crítica de Lucas, trató de proteger su miedo con valentía.

"Lucas, te entiendo. Yo solo quiero disfrutar del bosque. A veces es mejor tomarse el tiempo para observar y encontrar lo mejor."

"Pero si seguimos así nunca encontraremos nada!" - contestó él, dando un golpe al suelo con su pie.

Un poco desanimados, decidieron seguir caminando. Después de unos minutos, se encontraron con un gran árbol, bajo el cual había un claro con un hermoso arroyo que corría cerca.

"¡Miren! Este lugar es genial para acampar!" – exclamó Juan entusiasmado.

"Es hermoso, pero ese ruido del agua me asusta un poco" - dijo Sofía, sintiéndose un poco abrumada.

"Sí, y el lugar no es tan grande, ¿dónde meteremos nuestras cosas?" - de inmediato replicó Lucas, aún amargándose.

Sentándose en las raíces del árbol, comenzaron a pensar en cómo podrían hacer la experiencia más placentera para todos. Juan, que siempre estaba buscando formas de alegrar el ambiente, comenzó a hablar sobre la naturaleza.

"Sabías que los árboles son muy importantes para nosotros. Ellos nos dan sombra, aire puro, y hasta hogar a muchos animales," dijo Juan, tratando de generar una buena vibra.

Sofía, al escuchar esto, sintió un poco de interés.

"¿Y qué tipo de animales hay?" preguntó con curiosidad.

"Aquí viven aves, ardillas… hasta ciervos a veces!" - Juan respondió mientras señalaba el horizonte.

Lucas, sintiendo un poco de envidia por la emoción de sus amigos, murmuró entre dientes:

"A mí no me emociona eso…"

Sin embargo, cuando Sofía soltó una risa al imaginar a un ciervo elegante, Lucas no pudo evitar también sonreír un poco.

"¿Ves? Este lugar tiene su magia“, dijo Juan.

"Si seguimos pensando en cosas lindas, se nos olvidará lo que nos molesta" - agregó.

Finalmente, los tres decidieron dar una vuelta por el bosque y buscar al mismo tiempo un lugar para acampar. Juan se sintió como un guía y empezó a contarles a sus amigos sobre las distintas plantas que encontraban en su camino, mostrando su felicidad por estar juntos.

"Miren, eso es una flor silvestre, y esa otra parece un tipo de helecho!" – decía emocionado. Sofía empezó a relajarse al caminar y a reírse de las bromas de Juan.

Lucas, al pensar que sus amigos estaban disfrutando, se sintió un poco mal por estar enojado.

"Chicos, quizás si nos tomamos un momento y hacemos una pausa… podríamos... encontrar el lugar perfecto juntos, por qué no hacemos una pequeña búsqueda mientras observamos lo que nos gusta..." sugirió Lucas, alzando la voz y sintiéndose parte del grupo.

"Eso me gusta!" - exclamó Sofía, comenzando a ver las cosas de otra manera.

"Así es! Vamos a buscar algo especial!" – dijo Juan.

Los tres pusieron sus diferencias de lado y comenzaron a explorar. Cada uno prestó atención a lo que realmente le gustaba: Juan encontrando flores lindas, Sofía buscando lugares tranquilos, y Lucas un espacio amplio donde podrían jugar.

Después de un rato, se juntaron de vuelta y contaron sus hallazgos.

"Yo encontré un claro donde se ve el cielo!"

"Yo encontré un lugar perfecto para las carpas, y está cerca de una fuente de agua," dijo Juan.

"Y yo encontré un espacio grande para jugar al fútbol!" - Lucas, ahora feliz y con una sonrisa, se sentía parte del grupo.

Finalmente, decidieron que juntarían todas esas características. Juntos encontraron el lugar que era perfecto para los tres y que hizo que cada uno se sintiera feliz en su propio modo.

Esa noche, mientras cenaban, los tres amigos miraban al cielo estrellado y reían, disfrutando de los momentos. Sofía, Juan y Lucas aprendieron que a veces se necesita mirar con el corazón abierto y armonizar sus diferencias para encontrar el lugar justo donde todos puedan ser felices.

"Este lugar es realmente especial," dijo Sofía.

"Y si lo compartimos, lo hace aún mejor!" - añadió Lucas.

"Y siempre recordaré lo genial que es disfrutar de la compañía entre amigos," - finalizó Juan, con una gran sonrisa.

Y así, bajo las estrellas, los tres amigos sintieron que el bosque era un lugar mágico, donde cada uno podía ser parte de la aventura, aprendiendo a disfrutar de las diferencias y la belleza de la naturaleza.

FIN.

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