Los Tres Amigos y el Misterio del Lago Espejo
Había una vez tres amigos llamados Rober, Juli y Andrés que vivían en un hermoso pueblo llamado Flandes. Al lado del pueblo, había un lago mágico conocido como el Lago Espejo, ya que reflejaba todo lo que sucedía a su alrededor. Desde muy chicos, los tres amigos soñaban con aventurarse y descubrir todos los secretos que el misterioso lago guardaba. Pero había algo que los preocupaba: los ancianos del pueblo siempre decían que era peligroso acercarse al lago después de la puesta del sol.
Un día, mientras jugaban en el parque, Rober dijo: "Che, chicos, ¿no les gustaría averiguar qué hay en el Lago Espejo?"
Juli, que siempre había sido más cauteloso, respondió: "Pero los abuelos dicen que no es seguro. Además, podríamos meternos en problemas."
Andrés, que era el más aventurero, contestó: "Pero también dicen que hay un tesoro escondido. ¡Vamos a buscarlo!"
Después de un rato de discutir, decidieron que al día siguiente, a la mañana, irían al lago. Querían encontrar el tesoro y demostrar que podían ser valientes.
Al día siguiente, con un sol brillante en el cielo, los amigos se prepararon y llevaron una mochila con bocadillos y una linterna por si necesitaban luz.
Llegaron al lago y quedaron maravillados. "¡Miren lo que brilla sobre el agua!" exclamó Andrés.
Los tres se acercaron y vieron algo resplandeciente en el fondo. Era un cofre antiguo. "¡Ahí está!" gritó Rober emocionado.
"¿Cómo vamos a sacarlo?" preguntó Juli.
Pensaron y pensaron. Finalmente, decidieron que Rober, que sabía nadar muy bien, se metería al agua mientras Juli y Andrés lo animaban desde la orilla. Rober se zambulló y nadó hacia el cofre. Una vez allí, se dio cuenta de que estaba muy pesado. Con mucho esfuerzo, logró arrastrarlo hacia la superficie.
"¡Lo tengo!" gritó Rober mientras emergía del agua. Juli y Andrés se acercaron corriendo para ayudarlo a sacar el cofre del agua. Era más grande de lo que parecía y después de varios intentos, lograron abrirlo. Dentro encontraron monedas de chocolate y un pergamino.
"¡Esto es un tesoro! ¡Es un tesoro!" exclamó Rober mientras Juli leía el pergamino. "Dice que el verdadero tesoro no siempre es oro o riquezas, sino las experiencias compartidas con amigos."
Andrés sonrió: "Eso es cierto. ¡Nosotros nos divertimos mucho!"
En ese momento, decidieron que compartirían su hallazgo con el resto del pueblo. Rober, Juli y Andrés organizaron una fiesta en la plaza del pueblo y llevaron las monedas de chocolate para repartir entre todos.
El día de la fiesta, los tres amigos se sintieron felices. La gente disfrutó de las golosinas y, lo más importante, compartieron historias y risas. Al final del día, uno de los ancianos del pueblo se acercó y les dijo: "Sabían que el verdadero tesoro está en las amistades, en la unión y la alegría que se comparten."
De esa manera, Rober, Juli y Andrés aprendieron que las aventuras son más divertidas si se viven en compañía de buenos amigos. Y así, cada vez que pasaban por el Lago Espejo, sonreían, recordando su gran aventura y lo que realmente significaba ser un verdadero tesoro.
Desde entonces, nunca dejaron de explorar y vivir nuevas experiencias juntos, siempre cuidando del lago y recordando las lecciones aprendidas. Y así, el misterio del Lago Espejo se volvió parte de sus historias, que contarían a las futuras generaciones del pueblo de Flandes.
FIN.