Los Tres Amigos y su Sueño de Viajar



En un tranquilo pueblo rodeado de altas montañas, tres amigos inseparables soñaban con un mundo más allá de las laderas y los arroyos. Sus nombres eran Sofía, Lucas y Mateo. Cada tarde, después de hacer sus tareas, se reunían en un claro del bosque para hablar sobre los lugares que deseaban conocer.

"¡Imaginate! Podríamos ir a la playa, nadar con delfines y construir castillos de arena", decía Lucas entusiasmado.

"Yo quiero ver las grandes pirámides de Egipto", exclamaba Mateo, que siempre había leído libros de aventuras.

"Y yo quiero conocer los cielos despejados de los glaciares en el Ártico", añadía Sofía soñadora.

Un día decidieron que ya era hora de comenzar su aventura. Pero, ¿cómo podrían viajar por el mundo? Tenían que encontrar una manera.

Sofía, que era muy creativa, se le ocurrió que podían hacer una competencia de talentos en el pueblo. Así, podrían recaudar fondos para su primer viaje.

"¡Eso es! Nos presentaremos en la feria del pueblo y así podemos juntar dinero para nuestro primer destino", dijo Sofía.

"Podemos mostrar nuestros talentos. Yo puedo hacer malabares con pelotas", sugirió Lucas.

"Yo puedo tocar la guitarra y cantar", agregó Mateo.

Los tres comenzaron a prepararse intensamente. Sofía pintaba carteles coloridos, Lucas practicaba sus malabares y Mateo afinaba su guitarra. Todo el pueblo se fue enterando de su evento y la expectativa fue creciendo.

El día de la competencia llegó. Los tres amigos estaban nerviosos, pero emocionados. Al llegar a la feria, encontraron el escenario decorado con luces y una multitud de gente. Cuentan con grandes artistas.

"¡Nunca había visto tanta gente!", murmuró Lucas.

"No importa, debemos hacerlo bien", le respondió Sofía con confianza.

Cuando fue su turno, la adrenalina corrió por sus venas. Lucas hizo malabares mientras Mateo tocaba la guitarra y Sofía cantaba. El público aplaudía a más no poder. Fue un gran éxito y, al final, ganaron el primer lugar. Recibieron un premio en dinero y mucha ovación.

Con el dinero recaudado, comenzaron a planear su primer viaje. Al principio, decidieron ir al mar, ya que era un lugar accesible y lleno de maravillas. "Esto será solo el inicio", se decían entre risas.

Al llegar, fueron recibidos por una brisa fresca y el sonido de las olas rompiendo en la orilla. Sofía corrió hacia el agua,

"¡Es increíble!", gritaba mientras se zambullía.

Lucas y Mateo se unieron, jugando y rebozando de felicidad. En ese momento, sintieron que el mundo venía hacia ellos y que sus sueños eran posibles.

Pero, mientras se divertían, una tormenta repentina comenzó a acercarse.

"¡Rápido, hay que resguardarnos!", gritó Mateo.

"¿Dónde podemos ir?", preguntó Lucas, mirando al horizonte.

"¡Veamos hacia las cabañas de la costa!", sugirió Sofía.

Los amigos corrieron hacia las cabañas, evitando la lluvia y el viento. Al llegar, encontraron a otros niños que también se habían refugiado.

"¡Hola! ¿Vienen de la montaña?", preguntó una niña con trenzas.

"Sí, somos de un pueblo rodeado de montañas", respondió Lucas.

"¡Qué divertido!", dijo la niña, "nosotros venimos de la ciudad, pero también soñamos con conocer nuevas aventuras. ", Sus ojos brillaban mientras hablaban de sus propias historias.

Una vez que la tormenta pasó, los tres amigos se unieron a los demás para jugar en la playa. Durante ese tiempo se dieron cuenta de que no solo estaban cumpliendo su sueño, sino que también estaban haciendo nuevos amigos y compartiendo historias, aprendiendo sobre otros mundos.

Al final de su día en la playa, asombrados por lo que habían vivido, se miraron entre sí y se dieron cuenta de que eso era solo el comienzo.

"Vimos que hay más niños como nosotros soñando con viajar", comentó Sofía.

"Sí, esto es solo el principio de muchas otras aventuras", añadió Mateo.

"¿Y si hacemos una lista de los lugares a los que queremos ir?", propuso Lucas.

Y así fue como los tres amigos aprendieron que el verdadero valor de viajar no solo radica en conocer nuevos lugares, sino también en construir lazos, compartir experiencias y aprender de otros. Regresaron a sus montañas con el corazón lleno de historias y prepararon su próximo viaje, esta vez soñando incluso más lejos.

Desde ese día, decidieron que todos los años harían un viaje a un nuevo lugar y también un festival en su pueblo para invitar a más niños a conocer las maravillas del mundo. Y así fue como los tres amigos comenzaron su travesía, llenos de sueños, risas y un legado que perduraría por siempre.

FIN.

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