Los tres cabritos valientes
En lo más profundo del bosque, rodeada de árboles altos y flores de colores brillantes, se encontraba la casita de madera donde vivía mamá cabra con sus tres cabritos: Tito, Lola y Juanito.
Mamá cabra era una madre amorosa y dedicada, siempre cuidando y protegiendo a sus pequeños con todo su corazón. Un día soleado, mientras los cabritos jugaban en el jardín detrás de la casita, mamá cabra les llamó para reunirlos frente a ella.
"Hijitos queridos, hoy quiero enseñarles una lección muy importante", dijo mamá cabra con ternura en su voz. "Quiero que aprendan a ser valientes y fuertes, pero también amables y compasivos".
Los tres cabritos se miraron entre sí con curiosidad, preguntándose qué les tenía preparado su madre. "¿Qué vamos a hacer mamá?" preguntó Lola con entusiasmo.
Mamá cabra sonrió y les explicó que debían aventurarse un poco más allá del bosque para llegar a una pradera llena de flores silvestres donde encontrarían algo especial. Los cabritos emocionados asintieron y se dispusieron a seguir a su madre por el sendero del bosque.
El camino estaba lleno de desafíos: un arroyo que debían cruzar saltando sobre piedras resbaladizas, un puente colgante que crujía con cada paso y finalmente una cueva oscura donde tenían que entrar sin temor. "No tengan miedo mis queridos hijos", les dijo mamá cabra mientras los guiaba con valentía por cada obstáculo.
"La vida está llena de retos, pero juntos podemos superarlos". Al llegar a la pradera florido, los cabritos vieron en el centro un pajarito herido que no podía volar. Sin dudarlo, Tito se acercó al pajarito y con cuidado lo tomó en sus patitas.
"Vamos a ayudarte pequeño amigo", dijo Tito con dulzura. Mamá cabra miraba orgullosa cómo sus hijos demostraban compasión y solidaridad hacia aquel ser necesitado.
Juntos construyeron un nido confortable para el pajarito herido y lo cuidaron hasta que pudo volar nuevamente hacia el cielo azul. Al regresar a casa al anochecer, mamá cabra abrazó tiernamente a sus tres hijos.
"Hoy han demostrado valentía al enfrentar los desafíos del camino, pero sobre todo han mostrado bondad al ayudar al pajarito necesitado", les dijo con cariño. "Recuerden siempre ser valientes como el león cuando sea necesario, pero también tener un corazón tan grande como el sol".
Desde ese día en adelante, Tito, Lola y Juanito crecieron siendo fuertes como rocas pero también tiernos como algodones; aprendiendo así la lección más importante de todas: que la verdadera fortaleza radica en la bondad del corazón. Y juntos vivieron felices en su casita del bosque rodeados de amor incondicional.
FIN.