Los tres cabritos valientes
En un bosque encantado, rodeado de árboles altos y coloridas flores, vivía mamá cabra con sus tres cabritos: Pancho, Lola y Toto.
Mamá cabra los amaba con todo su corazón y siempre les repetía lo importante que era mantenerse juntos y seguros cuando ella no estaba en casa. Una mañana soleada, mamá cabra decidió ir en busca de alimentos frescos al bosque.
Antes de partir, reunió a sus pequeños cabritos frente a la puerta de la casita y les dijo con ternura: "Hijitos míos, no abran la puerta a nadie mientras yo no esté. El lobo anda suelto por estos lugares y puede intentar engañarlos. Sean astutos y recuerden que juntos son más fuertes".
Los tres cabritos asintieron con seriedad ante las palabras de mamá cabra, prometiendo cuidarse mutuamente en su ausencia. Una vez mamá cabra se fue, los hermanitos comenzaron a jugar dentro de la casita, riendo y saltando sin preocupaciones.
Sin embargo, desde un rincón oscuro del bosque, el astuto lobo observaba atentamente a los inocentes cabritos. Con ojos brillantes e ideas malvadas en mente, se acercó sigilosamente a la puerta de la casita.
-Toc, toc -llamó el lobo con una voz dulce pero falsa. Pancho miró por la ventana y vio al lobo parado afuera. Recordando las palabras de su madre, desconfió al instante. -¿Quién está ahí? -preguntó Pancho con cautela. -Soy una pobre ovejita perdida en el bosque.
Por favor, ábranme la puerta para poder encontrar mi camino de regreso -respondió el lobo tratando de sonar amigable. Lola frunció el ceño y le susurró a sus hermanitos: "No podemos confiar en extraños".
Pero Toto, el más joven e ingenuo de los tres cabritos, se emocionó al escuchar sobre la supuesta ovejita perdida. -Chicos, tal vez necesite ayuda. Debemos ser amables y solidarios -dijo Toto inocentemente.
Pancho dudaba entre proteger a su hermanito pequeño o seguir las indicaciones de mamá cabra. Finalmente tomó una decisión sabia:-No podemos abrirle si no conocemos realmente quién eres. Vete por donde viniste -ordenó Pancho firmemente al lobo.
El lobo gruñó frustrado ante esta respuesta tan valiente por parte del pequeño Pancho. Sin embargo, decidió cambiar su estrategia para lograr ingresar a la casita. -Miren chicos... Mamá me envió para cuidarlos mientras ella está fuera trabajando. Déjenme entrar para estar seguros juntos -mintió descaradamente el lobo.
Los tres hermanitos intercambiaron miradas preocupadas pero confiaron en Pancho para tomar una decisión nuevamente:-Eso es mentira; nuestra mamá nos dijo claramente que no debíamos abrirle a nadie más que ella misma -declaró Pancho con firmeza mientras cerraba bien todas las ventanas y aseguraba la puerta aún más fuerte.
El lobo finalmente comprendió que esos inteligentes cabritos no caerían en su trampa tan fácilmente. Con rabia e impotencia ante su fracaso para engañarlos logró alejarse del lugar dejando un largo grito amenazador resonando entre los árboles del bosque.
Mamá cabra regresó justo a tiempo para abrazar orgullosa a sus valientes hijos quienes le contaron sobre el intento del lobo por engañarlos pero cómo habían sabido mantenerse unidos y seguir sus consejos sabiamente.
Desde ese día en adelante, los cuatro vivieron aún más felices gracias al vínculo sólido que tenían como familia; aprendiendo juntos sobre la importancia de ser precavidos ante extraños pero también sobre el valor inmenso que tenían cuando permanecían unidos sin importar qué peligros pudieran enfrentar en ese gran bosque mágico donde habitaban.
FIN.