Los tres cerditos astutos



Había una vez, en un hermoso bosque encantado, tres cerditos muy traviesos y juguetones: Chanchito, Marranito y Porquino.

Estos tres amiguitos vivían juntos en una linda casita hecha de paja y se la pasaban todo el día correteando y divirtiéndose. Un día, mientras los cerditos estaban jugando a las escondidas, escucharon un aullido a lo lejos. Era la temida Loba Lupina, quien rondaba por el bosque en busca de su próxima presa.

Los cerditos se asustaron al escucharla y corrieron rápidamente hacia su casita de paja. "¡Chicos, tenemos que fortalecer nuestra casita para protegernos de la Loba Lupina!", exclamó Chanchito con preocupación. "Tienes razón, debemos trabajar juntos para hacerla más segura", dijo Marranito con determinación.

Los tres cerditos se pusieron manos a la obra y comenzaron a recolectar palitos y ramas para reforzar las paredes de su casita.

Trabajaron arduamente durante todo el día hasta que finalmente lograron tenerla lista justo antes de que cayera la noche. Esa misma noche, la Loba Lupina se acercó sigilosamente a la casita de paja y sopló con todas sus fuerzas tratando de derribarla. Pero para su sorpresa, la casa resistió gracias al esfuerzo conjunto de los cerditos.

"¡Ja ja ja! ¡No podrán escapar por mucho tiempo! ¡Ya verán lo que les espera cuando logre entrar!", rugió la Loba Lupina furiosa.

Los cerditos temblaban dentro de su refugio, pero se miraron entre sí con valentía y decidieron no rendirse. Decidieron elaborar un plan para engañar a la astuta loba. Por eso al día siguiente invitaron a todos los animales del bosque a una gran fiesta frente a su casa.

La música resonaba en todo el bosque y los animales bailaban felices junto a los cerditos. La Loba Lupina observaba desde lejos con hambre en sus ojos, esperando el momento oportuno para atacar.

Pero mientras tanto, Chanchito fue acercándose lentamente hacia ella sin ser visto por nadie más. "Hola señorita Loba", dijo Chanchito con voz temblorosa pero firme. "¿Le gustaría bailar conmigo?"La loba quedó sorprendida por el gesto amable del pequeño cerdito y aceptó bailar con él.

Mientras tanto, Marranito y Porquino aprovecharon para deslizarse sigilosamente detrás de ella e hicieron rodar un barril lleno de miel justo frente a sus patas.

La loba resbaló con el dulce líquido pegajoso cayendo al suelo entre risas y aplausos de todos los animales presentes en la fiesta. Los cerditos aprovecharon ese momento para correr hacia su casita y cerrar bien las puertas antes de que pudiera levantarse nuevamente.

Desde ese día en adelante, los tres cerditos aprendieron que trabajando juntos podían superar cualquier obstáculo por grande que fuera. Y aunque sabían que debían seguir cuidándose de posibles peligros como la Loba Lupina, también entendieron que siempre habría una solución si permanecían unidos como verdaderos amigos.

FIN.

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