Los tres cerditos valientes


Había una vez tres cerditos que vivían en un hermoso bosque. Eran muy amigos y siempre se divertían juntos. Un día, decidieron construir sus propias casitas para vivir.

El primer cerdito, llamado Cacho, decidió hacer su casa de paja. Él pensaba que sería rápido y fácil de construir. El segundo cerdito, llamado Tito, prefirió hacer su casa de madera. Pensaba que sería más fuerte y resistente.

Y el tercer cerdito, llamado Pancho, decidió hacer su casa de ladrillos porque sabía que era la forma más segura. Mientras los tres cerditos trabajaban en sus casas, el lobo feroz acechaba desde lejos. El lobo estaba hambriento y quería comerse a los cerditos.

Un día soleado, cuando las casitas estaban terminadas y los cerditos estaban felices con su trabajo bien hecho, el lobo feroz apareció frente a ellos.

"¡Ja ja ja! ¡Puedo oler la deliciosa carne de los cerditos! ¡Abran la puerta o soplaré sus casitas!"- rugió el lobo feroz amenazadoramente. Cacho estaba asustado pero recordó lo importante que era tener confianza en sí mismo. Así que rápidamente saltó por la ventana trasera y corrió hacia la camioneta abandonada cerca del bosque.

"¡Ayuda! ¡Lobo feroz!"- gritó Cacho mientras subía a la camioneta. La camioneta cobró vida de inmediato y comenzó a rugir como un motor encendido. Cacho se subió al volante y la camioneta comenzó a moverse, persiguiendo al lobo feroz.

Tito también estaba asustado pero recordó que la unión hace la fuerza. Así que rápidamente buscó una manzana en su casa y corrió hacia donde estaba el lobo feroz.

"¡Hey, lobo feroz! ¡Mira lo deliciosa que está esta manzana!"- dijo Tito mientras sostenía la manzana frente al lobo. El lobo feroz se acercó lentamente para tomar la manzana, pero Tito la lanzó lejos y corrió hacia la camioneta donde Cacho estaba esperando.

Pancho también estaba asustado pero recordó que nunca hay que rendirse. Así que rápidamente revisó su casa de ladrillos y encontró una tabla larga y fuerte. Corrió hacia donde estaban sus amigos y el lobo feroz.

"¡Detente, lobo feroz! ¡No nos comerás hoy!"- gritaba Pancho mientras agitaba su tabla frente al lobo. El lobo intentó soplar las casitas de paja y madera, pero no pudo hacerle daño a los cerditos ni a su casa de ladrillos.

El sonido de la camioneta rugiendo cada vez más cerca también asustaba mucho al lobo. Finalmente, el lobo feroz decidió huir tan rápido como sus patas se lo permitían. Los tres cerditos celebraron juntos su victoria sobre el temible depredador.

Desde ese día en adelante, los tres cerditos aprendieron que trabajar juntos y confiar en sí mismos era la clave para superar cualquier obstáculo.

Y siempre recordaron que, aunque el lobo feroz podía ser aterrador, también había cosas en la vida que podían ayudarlos y protegerlos. Y así, los tres cerditos vivieron felices y seguros en sus casitas de paja, madera y ladrillos, sabiendo que juntos podrían enfrentar cualquier desafío.

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