Los Tres Cerditos y el Lobo Amigable



En un hermoso bosque vivían tres cerditos: Lucho, Tina y Roco. Cada uno soñaba con tener una casa que los protegiera de las inclemencias del tiempo y de un lobo que, según decían, rondaba la zona.

Una mañana soleada, los tres cerditos se juntaron para hablar de sus proyectos.

"Yo voy a construir una casa de paja", dijo Lucho. "Es rápida y fácil de hacer. Así tendré más tiempo para jugar en el bosque."

"Yo prefiero hacer una casa de madera", comentó Tina. "Es un poco más resistente y aún puedo terminarla rápido."

"Yo voy a hacer una casa de ladrillos", dijo Roco con determinación. "Será fuerte y duradera. Así, nunca tendré que preocuparme del lobo."

Los cerditos se despidieron y se pusieron manos a la obra. Lucho terminó su casa de paja en un abrir y cerrar de ojos y salió a jugar. Tina con su casa de madera también terminó pronto y se unió a Lucho. Pero Roco, con mucho esfuerzo, continuó construyendo su hogar de ladrillos.

Mientras tanto, el lobo, a quien la fama de feroz le había precedido, se encontraba triste y solitario. Él no quería asustar a los cerditos, pero todos lo evitaban por su apariencia. Un día, decidido a cambiar su suerte, decidió buscar amigos y encontrar la manera de mostrarles que era diferente.

"Tal vez si les ayudo a los cerditos, se den cuenta de que no soy un lobo malo", pensó el lobo.

Así que el lobo se acercó a la casa de Lucho y, con una voz amable, llamó.

"Hola, pequeño cerdito, soy el lobo. ¿Puedo ayudarte a hacer tu casa más fuerte?"

"No, gracias. No quiero saber de lobos", respondió Lucho, temeroso.

El lobo continuó su camino hacia la casa de madera de Tina.

"Hola, cerdita. Vengo a ofrecerte mi ayuda para que tu casa sea más resistente", dijo el lobo, intentando sonar amigable.

"No necesito ayuda de un lobo. ¡Vete!" gritó Tina, asustada.

Finalmente, el lobo decidió visitar a Roco, quien estaba en plena construcción de su casa de ladrillos.

"Hola, Roco. Soy el lobo del bosque y he visto que haces una casa muy resistente. ¿Te gustaría que te ayude?"

Roco lo miró con desconfianza.

"¿Por qué querrías ayudarme?"

"Porque yo también busco amigos y quiero demostrar que no soy como dicen. Solo vengo a ofrecerte ayuda para que tu casa esté aún más fuerte en caso de que venga una tormenta. Te invito a que trabajemos juntos."

Roco pensó por un momento y decidió darle una oportunidad al lobo. Mientras trabajaban, el cerdito se dio cuenta de que el lobo era muy hábil y tenía muchas ideas para hacer la casa aún más resistente.

"¡Esto es genial!", exclamó Roco. "Nunca pensé que trabajar contigo fuera tan divertido."

La noticia de su colaboración se extendió rápido por el bosque. Cuando Lucho y Tina vieron lo que estaba sucediendo, se sintieron intrigados y decidieron acercarse.

"¿Qué estás haciendo, Roco?", preguntó Lucho sorprendido.

"Estoy construyendo una casa aún más fuerte con la ayuda del lobo. Él es realmente bueno en esto", dijo Roco.

"¿De verdad? Pero... ¡es un lobo!", exclamó Tina.

"Es un lobo amable. Solo quería ayudar y ser amigos", explicó Roco.

Con un poco de duda, Lucho y Tina se unieron al esfuerzo. El lobo les mostró cómo reforzar sus casas.

"Siempre es mejor trabajar juntos y no juzgar a alguien por su apariencia", les dijo el lobo.

Al final del día, los tres cerditos y el lobo habían construido casas robustas y también habían formado un vínculo de amistad.

"¡Ahora estamos listos para cualquier tormenta!", exclamó Lucho.

"Y además, tenemos un amigo en quien confiar", añadió Tina.

"Sí, y a veces las primeras impresiones no siempre son las correctas", reflexionó Roco.

Desde ese día, el lobo nunca se sintió solo y los cerditos aprendieron que el verdadero valor de la amistad está en conocer a los demás antes de juzgarlos. Y así, vivieron felices y unidos en el bosque, listos para cualquier aventura que viniera, juntos.

FIN.

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