Los Tres Cerditos y el Lobo Astuto



Había una vez tres cerditos que decidieron construir sus propias casas para vivir. El primer cerdito, llamado Huesito, hizo su casa de paja. Era rápida y fácil de construir, y Huesito pensó que podría jugar más tiempo con su pelota. El segundo cerdito, llamado Palito, eligió construir su casa de madera. Se tomó un poco más de tiempo, pero pensó que también disfrutaría de su hogar. El tercer cerdito, llamado Ladrillo, decidió construir su casa de ladrillos. Sabía que le llevaría bastante tiempo, pero quería que su casa fuese resistente y segura.

Un día soleado, mientras los tres cerditos jugaban en el campo, un lobo astuto se acercó. Este lobo era conocido por ser muy hambriento y siempre estaba en busca de un buen bocadillo.

"¡Hola, cerditos! ¿qué están haciendo?" - les preguntó el lobo con una sonrisa que no le quedaba nada bien.

"Estamos jugando, lobo. ¡No te acerques!" - le gritaron los cerditos, asustados.

El lobo decidió que quería probar un cerdito para su almuerzo y pensó que sería más fácil derribar sus casas primero antes de atraparlos. Se dirigió a la casa de paja de Huesito y sopló con fuerza.

"¡Soplo, soplo, soplo!" - gritó el lobo.

"¡No, no! ¡No soples mi casa!" - dijo Huesito, que había comenzado a correr hacia la casa de madera.

El lobo sopló tan fuerte que la casa de paja se derrumbó como si fuera un castillo de arena. Huesito corrió al refugio de su hermano, Palito. El lobo siguió detrás de ellos y llegó a la casa de madera.

"¡Soplo, soplo, soplo!" - volvió a gritar el lobo, mientras soplaba con todas sus fuerzas.

"¡No! ¡No lo hagas!" - gritó Palito, asustado. Pero el lobo sopló y, en poco tiempo, la casa de madera se desmoronó igual que la de paja. Los dos cerditos corrieron rápidamente hacia la casa de Ladrillo.

El lobo llegó a la casa de ladrillos, decidido a comerse a los tres cerditos. Pensó que esta vez no sería tan fácil. Así que se plantó frente a la puerta y respiró hondo.

"¡Soplo, soplo, soplo!" - exclamó con toda su fuerza.

Pero la casa de ladrillos no se movió. El lobo se enfadó y volvió a intentar.

"¡Soplo, soplo, soplo!" - pareció hacer eco en el aire, pero nada pasó.

Los cerditos estaban muy asustados, pero Ladrillo, el cerdito más sabio, decidió no rendirse. Les dijo a sus hermanos:

"¡Chicos, debemos pensar en una forma de salir! No podemos dejar que el lobo nos atrape. Vamos a ser astutos como él."

Las tres cabezas se pusieron a pensar. De repente, Huesito tuvo una idea brillante.

"¡Podemos hacer un plan! Si el lobo quiere comernos, ¡tendremos que engañarlo!" - dijo él entusiasmado.

Los tres cerditos se pusieron en acción, rápidamente busaron algunas cosas de la casa como piedras y palos. Entonces, decidieron hacer una trampa en la puerta.

"Voy a poner esta piedra en la trampa y esperaremos al lobo," - explicó Ladrillo.

Cuando el lobo se preparó para intentar nuevamente, los cerditos estaban escondidos. El lobo no se iba a rendir y sopló de nuevo, pero cuando intentó entrar, fue sorprendido por la trampa. ¡Pum! La piedra lo hizo tropezar y caer.

"¡Au!" - gritó el lobo, asustado y confundido.

Salió corriendo tan rápido que nunca se atrevería a volver. Los tres cerditos se abrazaron felices y realizaron una gran fiesta en la casa de ladrillos.

"¡Lo hicimos!" - exclamó Palito, mientras jugaban todos juntos otra vez.

"Nunca debemos rendirnos y trabajando juntos, podemos superar cualquier obstáculo" - concluyó Ladrillo.

Y así, los tres cerditos vivieron felices y a salvo en su casa de ladrillos, recordando siempre que la unión y la astucia son la mejor defensa contra cualquier lobo.

Desde entonces, siempre se ayudaban entre ellos y nunca olvidaron la valiosa lección de que, aunque a veces las cosas parecen difíciles, con trabajo en equipo, todo es posible.

FIN.

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