Los Tres Cerditos y el Lobo del Alquiler
Había una vez en un encantador bosque, tres cerditos llamados Tito, Rocco y Pepa. Tito había decidido alquilar un pequeño departamento en el centro del bosque, Rocco prefería tener su propia casita hecha de paja y Pepa, tras mucho esfuerzo, construyó una casa sólida con ladrillos.
Un buen día, mientras los cerditos disfrutaban de su rutina, el lobo apareció en la vecindad. No era un lobo feroz como los de las historias antiguas, pero sí era un lobo astuto y muy buen negociante. Él había notado que Tito siempre se quejaba de que el alquiler era caro y que debía encontrar una manera de ahorrarse algunos pesos.
"Hola, Tito, amigo. He oído que estás teniendo problemas con el alquiler. ¿Te gustaría que te ayude a encontrar una solución?" - dijo el lobo, con una sonrisa.
Un poco desconfiado, Tito respondió:
"No sé, lobo. Hasta ahora no has hecho nada más que crear problemas. ¿Por qué ahora querrías ayudarme?"
Pepa, que estaba escuchando desde su casa de ladrillos, se acercó y dijo:
"Escuchame, Tito. Si realmente necesitas ayuda, el lobo podría tener una buena idea. Pero ten cuidado, no siempre hay que confiar en él."
Lobo, por su parte, había escuchado la conversación y decidió intentar una estrategia diferente. Se acercó a Rocco y le ofreció un trato:
"¿Qué tal, Rocco? Te propongo que, en lugar de seguir con esa casa de paja que no te cubre del frío, te puedo ayudar a construir una casa de madera hermosa. Así no tendrás que preocuparte por el alquiler. ¡Te prometo que será el mejor lugar del bosque!"
Rocco, curioso, respondió:
"Mmm, la idea suena interesante, pero no quiero terminar en una situación peor de la que estoy. ¿Cuál es el truco?"
El lobo, con un tono convincente, contestó:
"No hay truco, solo te ayudaré a construir la casa y juntos haremos un negocio. La única condición es que me des una parte de tus ahorros durante un año."
Rocco dudaba, pero al mirar su casa de paja, pensó que tal vez sería una buena idea. Mientras tanto, Pepa seguía siendo escéptica. Ella sabía que el bienestar de los cerditos no podía depender de un solo lobo. Así que decidió actuar.
"¡Una momento!" - gritó Pepa, interrumpiendo la conversación "Antes de seguir, debemos pensar bien en esto. ¿Qué tal si en vez de seguir los planes del lobo, nos unimos todos y hacemos algo juntos? Podemos crear una comunidad donde ayudemos entre nosotros a pagar los alquileres y construir casas sólidas."
Tito, emocionado, dijo:
"¡Eso suena genial, Pepa! Podemos reunir dinero y hacer un fondo de ahorros. Todos podemos ayudar a construir, así cada uno tendrá su espacio, sin depender de un alquiler caro o de la ayuda del lobo."
Rocco, al escuchar esa propuesta, decidió romper sus lazos con el lobo y sumarse a la idea de Pepa. Juntos, arquitectaron un plan: el primer paso sería recolectar materiales de construcción del bosque y ayudar cada cerdito a mejorar su vivienda.
El lobo, viendo que sus planes se desmoronaban, decidió intentar un último esfuerzo.
"¡No creo que puedan hacerlo sin mi ayuda! ¡Necesitan de mí!" - les gritó con desesperación.
"¿Necesitamos de vos?" - contestó Tito, levantando la ceja "Ahora tenemos a un verdadero amigo, que es la colaboración. Con esfuerzo, todos podemos estar mejor. ¡Ya no necesitamos alquileres caros ni casas débiles!"
Así fue que los cerditos se unieron, trabajaron, rieron y a veces discutieron como en toda familia, pero lo más importante fue que lograron construir casas lindas y fuertes. Tito decidió mudarse a la casa de ladrillos de Pepa y Rocco construyó una casa robusta de madera junto a ellos.
Poco tiempo después, el lobo se dio cuenta de que su plan había fallado y que los tres cerditos estaban felices sin él:
"Puede que no haya conseguido lo que quería, pero al menos ellos son felices." - reflexionó.
Desde entonces, los cerditos nunca más se preocuparon por el alquiler, ni por la astucia del lobo. Aprendieron que juntos podían lograr cosas increíbles, y que la verdadera fuerza era la amistad y el trabajo en equipo.
Y así, vivieron todos felices en sus casas. Aunque el lobo quedó solo, comprendió que hay formas de ser parte de un grupo sin intentar aprovecharse de ellos. Tal vez, algún día, ellos lo perdonarían, pero por ahora, disfrutaban de su comunidad.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.