Los Tres Cerditos y el Lobo Ingenioso
Había una vez, en un hermoso bosque, tres cerditos llamados Tito, Lalo y Pipo. Cada uno de ellos tenía su propio sueño sobre cómo construir su casa. Tito, el más joven, quería una casa rápida y sencilla de paja. Lalo, el mediano, decidió construir su casa con madera. Y Pipo, el mayor, soñaba con una casa sólida de ladrillos.
Un día, mientras los tres cerditos estaban trabajando en sus casas, apareció un lobo ingenioso llamado Luis. Luis no era un lobo común; siempre había querido ser amigo de los cerditos, pero su aspecto robusto y su curiosidad lo metían en problemas.
"Hola, cerditos, estoy buscando un lugar donde vivir. ¿Puedo quedarme con ustedes?" - preguntó Luis con una sonrisa.
Los cerditos miraron con desconfianza al lobo. No era común que un lobo pidiera ayuda.
"No sabemos, lobo. Los lobos no suelen ser amistosos" - dijo Tito, temblando un poco.
"Entiendo su miedo, pero les prometo que no les haré daño. Solo quiero un lugar acogedor. Y, si me permiten quedarme, prometo ayudarles con sus casas" - insistió Luis.
Lalo, el más sensato, decidió darle una oportunidad a Luis.
"Está bien, pero solo si trabajás con nosotros y demostrás que realmente eres bueno".
Así fue como el lobo empezó a ayudar a los tres cerditos. Juntos, construyeron la casa de paja de Tito, pero Luis les explicó que no era muy segura.
"En el bosque hay tormentas fuertes. La paja puede volar con el viento. ¡Mejor haremos algo más sólido!" - sugirió Luis.
Los cerditos estuvieron de acuerdo y decidieron reforzar la casa con madera. Luego, juntos construyeron la de Lalo, haciéndola más resistente. Después de esa experiencia, Pipo invitó a Luis a quedarse con ellos en su casa de ladrillos.
"¡Vengan a mi casa! ¡Es la más resistente!" - dijo Pipo orgulloso.
Ya en la casa de ladrillos, Tito, Lalo y Pipo se dieron cuenta de que el lobo era muy hábil. Hicieron una tarde de cuentos alrededor de la chimenea. Tito se quedó pensando en la historia del lobo que siempre había escuchado.
"¿Es verdad que los lobos son malos?" - preguntó Tito, curiosamente.
Luis, con una sonrisa triste, respondió:
"No todos los lobos somos malos, Tito. A veces, solo queremos ser aceptados. Mis amigos me decían que no podía acercarme a los cerditos por mi apariencia, pero yo quería demostrar que podía ser diferente".
Una noche, mientras el grupo se recreaba en la chimenea, se desató una tormenta. El viento soplaba fuerte, haciendo que la casa de paja de Tito empezara a moverse. Tito asustado miró a su hermano y a su amigo.
"¡Ayuda! ¡Mi casa se va a volar!"
Sin pensar dos veces, Luis tomó la iniciativa.
"¡Vamos, rápido! ¡Ayudemos a Tito!"
Los tres cerditos y Luis se adentraron en la tormenta, luchando contra el viento y la lluvia. Cuando llegaron, la casa de paja estaba a punto de caer.
"¡Tito! Agárrate fuerte de mi cola y venite a la casa de ladrillos" - gritó Luis.
Tito, temblando pero decidido, se aferró y logró escapar justo a tiempo. Cuando llegaron a la casa de Pipo, Luis cerró la puerta justo cuando un gran viento empujó desde atrás.
"¡Gracias, Luis!" - dijo Tito, ahora más aliviado.
Esa experiencia les mostró a los cerditos lo valioso que era tener un amigo como Luis. Desde ese día, nunca más miraron a los lobos de la misma manera. Aprendieron que no importa cómo se vea alguien por fuera, lo importante es el corazón que tiene.
Y así fue como los tres cerditos y el lobo ingenioso se convirtieron en amigos inseparables, construyendo no solo casas resistentes, sino también un fuerte vínculo de amistad, respeto y confianza
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Y colorín colorado, esta historia se ha acabado!
FIN.