Los Tres Cerditos y el Poder de la Amistad



Érase una vez, en un bosque verde y frondoso, tres cerditos que vivían felices en su pequeña granja. Cada uno de ellos tenía su propia forma de hacer las cosas. El cerdito mayor, llamado Pedro, era muy organizado y siempre planificaba todo. Su hermano del medio, Juan, prefería construir cosas rápidas y divertidas. Y el más pequeño, el dulce y soñador Carlos, amaba dibujar y contar historias.

Un día, mientras jugaban juntos, escucharon un ruido extraño en el bosque. Era un lobo que estaba buscando algo de comer.

"¡Ay, no! ¡Es el lobo!" - gritó Carlos, temblando de miedo.

"No te preocupes, Carlos. Primero debemos pensar en cómo protegernos," - dijo Pedro con calma.

Decidieron que era hora de construir casas seguras. Pedro se propuso hacer una casa de ladrillos, Juan construyó una de madera y Carlos, aunque no era muy diestro en la construcción, decidió hacer una casa de paja porque quería terminar rápido para poder pintar.

Mientras cada uno trabajaba en su casa, el lobo se acercó a la casa de Carlos.

"¡Cerdito, cerdito, déjame entrar!" - rugió el lobo.

"¡No, no, no! ¡De ninguna manera!" - respondió Carlos, asomándose por la ventana.

El lobo, molesto, sopló y sopló, y, ¡boom! La casa de paja se desmoronó.

Carlos corrió a la casa de Juan, y al poco tiempo llegaron los dos a refugiarse allí.

"Juan, el lobo está detrás de mí, ¡tenemos que hacer algo!" - dijo Carlos, muy asustado.

Al instante, el lobo llegó y le gritó a Juan:

"¡Cerdito, cerdito, déjame entrar!" - dijo el lobo, con una sonrisa astuta.

"¡No, no, no! ¡No te dejaremos entrar!" - respondió Juan, golpeando la mesa con fuerza.

El lobo, frustrado, sopló y sopló, y la casa de madera empezó a crujir. Con un soplido fuerte, ¡la casa de Juan también se desmoronó!

Ahora, los tres cerditos, asustados y sin casa, corrieron hacia la casa de Pedro.

"¡Pedro, abre la puerta! ¡Estamos en problemas!" - gritaron al unísono.

Pedro, que estaba trabajando en su robusta casa de ladrillos, los dejó entrar rápidamente. El lobo llegó poco después.

"¡Cerditos, cerditos, déjame entrar!" - llamó el lobo, frotándose las patas.

"¡No, no, no! ¡No te dejaremos entrar!" - respondieron los tres cerditos juntos, llenos de coraje.

El lobo se frustró y comenzó a soplar, pero esta vez, sopló y sopló, ¡y no pudo derribar la casa!"¡Es imposible!" - gritó el lobo exasperado. "No puedo entrar. Esto no puede estar pasando."

Pedro, decidido a no rendirse, se volvió hacia sus hermanos:

"¡Chicos, creo que tenemos que hacer algo! No solo podemos escondernos aquí. Debemos unirnos y enfrentar al lobo." - les propuso.

Carlos, sintiéndose más seguro ahora, dijo:

"Pero, ¿cómo podemos hacerlo? Es mucho más grande y fuerte que nosotros."

Juan tuvo una idea brillante:

"Podemos usar nuestras fortalezas. Yo tendré la madera, Carlos puede usar su creatividad y tú, Pedro, puedes guiarnos. Simplemente tenemos que ser ingeniosos."

Así que se pusieron a trabajar. Carlos dibujó un plan para hacer una trampa usando ramas y cadenas de madera. Mientras tanto, Pedro utilizó su experiencia para construir una trampa en la entrada de la casa. Juan, con su energía, se encargó de reunir toda la madera necesaria.

Finalmente, todo estaba listo. Cuando el lobo volvió a intentar entrar, encontró la puerta cerrada, y en la entrada, una serie de ramas chuecas.

"¡Cerditos astutos! No me dejaré vencer tan fácilmente," - dijo el lobo, pero al intentar entrar, las ramas lo atraparon.

"¡Ahora es nuestra oportunidad!" - gritó Pedro, y juntos, empujaron al lobo lejos de su casa.

El lobo, sorprendido, no se esperaba su unidad y su valentía. "¡Está bien, está bien! Nunca me volveré a burlar de ustedes. Solo buscaba algo de comer. ¡Lo siento!" - dijo el lobo, alejándose lentamente.

Los cerditos, exhaustos pero felices, celebraron su victoria.

"¡Lo hicimos!" - exclamó Carlos, abrazando a sus hermanos.

"Y todo gracias a que trabajamos juntos como amigos," - dijo Pedro. "Nunca debemos rendirnos, siempre podemos encontrar soluciones con creatividad y unidad."

Después de ese día, los tres cerditos vivieron en paz, construyeron una hermosa granja juntos y aprendieron que la verdadera fortaleza está en la amistad y el trabajo en equipo. Y el lobo, aunque todavía errante, decidió cambiar su vida y buscar comida de una forma más amable.

Y así, los tres cerditos y el lobo aprendieron que siempre se puede ser más fuerte, juntos.

FIN.

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