Los Tres Cerditos y el Valor de la Amistad
Érase una vez, en un colorido bosque, tres cerditos llamados Pipo, Lila y Tico. Estos cerditos eran muy diferentes entre sí, pero compartían un fuerte lazo de amistad. Pipo era un cerdito soñador que siempre quería construir una casa de paja para ser libre y ligero. Lila, la cerdita práctica, prefería ladrillos, ya que creía que eran más fuertes. Tico, el más pequeño, quería construir una casa de madera, porque le parecía que era un buen compromiso entre ambas opciones.
Un día, mientras los tres cerditos jugaban, un gran lobo llamado Fernando apareció.
- ¡Hola, cerditos! - dijo Fernando con voz grave. - ¿No les gustaría unirse a mí en un festín de cerdito?
Los tres cerditos se miraron asustados.
- ¡No, gracias! - gritó Lila. - ¡Nunca te vamos a dar nuestras casas!
Fernando se rió de forma burlona y decidió que iba a derribar las casas de los cerditos. Primero fue a la casa de Pipo, que estaba hecha de paja.
- ¡Cerdito de paja! ¡Déjame entrar! - aulló el lobo.
- ¡No, no, y mil veces no! - respondió Pipo con valentía.
El lobo sopló fuerte y derribó la casa de paja. Pipo salió corriendo hacia la casa de Lila.
- ¡Lila, el lobo viene! - gritó Pipo.
Cuando llegaron a la casa de ladrillos, sintieron un poco de alivio. Lila había construido su casa con esfuerzo y dedicación. Pero Fernando no se rendiría tan fácilmente.
- ¡Cerditos! ¡Déjenme entrar! - bramó el lobo.
- ¡No, no, y mil veces no! - respondieron Lila y Pipo al unísono.
Fernando sopló y sopló, pero la casa se mantenía firme.
- ¡Eso no me detendrá! - bramó el lobo, y empezó a pensar en un plan.
Mientras eso sucedía, Tico había estado escuchando desde la casa.
- Chicos, quizás deberíamos hacer algo. Ya sabemos que la casa de ladrillos es fuerte, pero si nos unimos y trabajamos juntos, podríamos pensar en algo más astuto.
- ¿A qué te refieres, Tico? - preguntó Lila.
- Si distraemos al lobo, tal vez podamos hacerlo caer a través de una zanja.
Los cerditos acordaron unirse para hacer un plan. Salieron y comenzaron a jugar en el campo, haciendo ruido y llamando la atención del lobo.
- ¡Mirad! ¡Cerditos despreocupados! - se rió Fernando mientras los seguía con la mirada.
Tico rápidamente construyó una trampa con ramas y hojas cerca del río, donde había mucha agua.
- Ahora, cuando el lobo venga, deberíamos llevarlo hacia aquí - dijo Tico con determinación.
Cuando Fernando se acercó, los cerditos empezaron a correr hacia la trampa.
- ¡Atrapen a esos cerditos! - gritaba el lobo.
Finalmente, cuando llegó cerca del borde, Tico dio un salto y ¡PUM! Fernando cayó en la trampa. Los cerditos se unieron y brincaron por su victoria.
- ¡Lo logramos, amigos! ¡Usamos nuestra inteligencia y trabajo en equipo! - dijo Lila emocionada.
El lobo, atrapado y cansado, comenzó a llorar.
- ¡Por favor, libérenme! Me doy cuenta de que no está bien hacerles daño a ustedes.
Los cerditos se miraron entre ellos, y Lila dijo:
- Está bien, Fernando. Pero antes, debes prometer que nunca más intentarás hacerle daño a nadie.
- ¡Lo prometo! - respondió el lobo con sinceridad.
Así fue como los tres cerditos no solo se salvaguardaron a sí mismos, sino que también aprendieron la importancia de la amistad y la cooperación. Desde ese día, Fernando se convirtió en su amigo y nunca más volvió a intentar molestarlos.
Y así, en su pequeño bosque, los cerditos construyeron una gran casa juntos, donde todos podían jugar y vivir en paz.
Y la moraleja de esta historia es: La amistad y el trabajo en equipo son más poderosos que cualquier cosa. Si unimos nuestras fuerzas y pensamientos, podemos enfrentar cualquier desafío.
FIN.