Los tres cerditos y la fortaleza de la perseverancia



Había una vez en un bosque encantado tres cerditos: Bombo, Timoteo y Rulito. Tenían un granjero cariñoso que los cuidaba mucho, pero llegó el momento en que se dieron cuenta de que debían valerse por sí mismos y construir sus propias casas. Así que, cada uno decidió construir su hogar con materiales diferentes. Bombo construyó su casa de paja, Timoteo la hizo de madera y Rulito optó por la resistente y robusta casa de ladrillos.

Un día, el malvado lobo Feroz, que siempre andaba hambriento, se enteró de las nuevas construcciones en el bosque y decidió acechar a los cerditos con el fin de comérselos. Se acercó a la casa de paja y dijo con voz espeluznante:

- ¡Cerdito, cerdito, déjame entrar!

Pero Bombo, asustado, respondió desde adentro:

- ¡No, no, no te dejaré entrar, lobo Feroz!

El lobo sopló con todas sus fuerzas, y la casa de paja se derrumbó en un abrir y cerrar de ojos. Bombo salió corriendo y logró escapar, dirigiéndose a la casa de madera de su hermano Timoteo. El lobo siguió persiguiéndolos y, al llegar a la casa de madera, repitió su amenaza:

- ¡Cerdito, cerdito, déjame entrar!

Timoteo, temblando, contestó desde adentro:

- ¡No, no, no te dejaré entrar, lobo Feroz!

El lobo sopló con más fuerza que antes, y la casa de madera se desmoronó. Aterrados, Bombo y Timoteo escaparon y corrieron hacia la sólida casa de ladrillos de su hermano Rulito.

El lobo, furioso por no haber logrado atrapar a los cerditos, llegó a la casa de ladrillos y gritó:

- ¡Cerditos, cerditos, déjenme entrar!

Rulito, con valentía, respondió desde adentro:

- ¡No, no, no te dejaré entrar, lobo Feroz! ¡Esta casa es fuerte y resistente, no podrás derribarla!

El lobo sopló y sopló con todas sus fuerzas, pero la casa de ladrillos se mantuvo firme, protegiendo a los tres cerditos. El lobo, agotado y derrotado, finalmente se dio por vencido y huyó, prometiendo no volver a molestar a los cerditos.

Los tres cerditos aprendieron que la perseverancia, el esfuerzo y la determinación valen la pena, y que construir sobre bases sólidas es la clave para enfrentar los desafíos. A partir de ese día, vivieron felices y seguros en su casa de ladrillos, fortaleciendo cada vez más su unión como hermanos.

FIN.

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