Los Tres Cerditos y la Gran Aventura
Erase una vez, en un hermoso bosque, tres cerditos que eran hermanos: Carlitos, Piggy y Tato. Cada uno decidió construir su propia casa para estar seguros y cómodos.
Carlitos, el más grande y fuerte, dijo:
- Yo voy a construir mi casa con ladrillos, ¡así nadie podrá derribarla!
Y así lo hizo, usando su fuerza para apilar ladrillos hasta que su casa fue sólida y resistente.
Piggy, el mediano, fue un poco más apurado:
- Yo haré mi casa de madera, es más rápido. Mis amigos vienen a jugar, no tengo tiempo que perder.
Aprovechó los árboles cercanos y, con su hacha, construyó una hermosa casa de madera que le dejó tiempo para divertirse.
Por último, Tato, el más pequeño y juguetón, dijo:
- Yo voy a hacer mi casa de paja, ¡así podré terminar rápido y salir a jugar!
Y así lo hizo, mientras sus hermanos lo miraban con escepticismo.
Un día, mientras los cerditos disfrutaban del sol, apareció un lobo astuto llamado Rogelio.
- ¡Hola, cerditos! Les propongo un juego: ¡el que no se esconda mejor, perderá!
Los cerditos, un poco asustados, decidieron que sería mejor quedarse en sus casas.
Rogelio, sabiendo que las casas de los cerditos eran diferentes, decidió empezar por la de Tato:
- ¡Cerdito, cerdito! ¡Déjame entrar!
- ¡No! , ¡no quiero abrirte la puerta!
- ¡Entonces soplaré y soplaré hasta que tumbes tu casa!
Rogelio sopló tan fuerte que la casa de paja se voló. Tato salió corriendo hacia la casa de Piggy.
- ¡Ay no, no! ¡Rápido, cierra la puerta!
Rogelio llegó a la casa de madera y repetía:
- ¡Cerdito, cerdito! ¡Déjame entrar!
- ¡No, no quiero abrirte la puerta!
- ¡Entonces soplaré y soplaré hasta que tumbes tu casa!
Sopló y sopló, y aunque la casa de madera se tambaleaba, ¡resistió!
El lobo, frustrado, decidió ir tras Carlitos. Al llegar a la casa de ladrillos, llamó a la puerta:
- ¡Cerdito, cerdito! ¡Déjame entrar!
- ¡No, no quiero abrirte la puerta!
Rogelio, fuming, sopló y sopló con todas sus fuerzas, pero la casa de ladrillos fue inquebrantable.
Rogelio, cansado y exhausto, ideó un nuevo plan. Decidió ir a la cima de una colina que estaba cerca.
- Si no puedo derribar su casa, ¡los atraeré a un juego de escondidas arriba de la colina!
Finalmente, encontró a los cerditos en el campo y les propuso el nuevo juego.
Pero esta vez, los tres hermanos se miraron y Carlitos, que había aprendido la importancia de cuidarse y protegerse, respondió:
- ¡No! Aprendimos que en lugar de jugar con el lobo, es mejor trabajar juntos.
Tato compartió su idea:
- ¡Podríamos hacer una gran fortaleza con nuestras casas! Así el lobo no podrá entrar.
Piggy, entusiasmado, dijo:
- ¡Esa es una genial idea! Trabajemos juntos y hagamos algo fuerte.
Los tres cerditos acordaron unirse y trabajar en equipo. Usaron paja, madera y ladrillos, combinando sus talentos y haciendo una fortaleza impenetrable. Cuando Rogelio volvió, se encontró con una casa más fuerte que nunca.
- ¡Cerditos! ¡Déjenme entrar!
- ¡No, no queremos que entres! ¡Colaboramos y ahora somos más fuertes!
Rogelio intentó soplar, pero la casa fue tan fuerte que no pudo derribarla. Por primera vez, se sintió frustrado y no sabía qué hacer. Salió del bosque, dándose cuenta de que los cerditos habían aprendido a ser ingeniosos y a trabajar juntos.
Desde ese día, Rogelio nunca volvió a molestar a los cerditos. Se dedicó a buscar aventuras donde no hubiera trabajo en equipo, mientras que los tres hermanos se hicieron más unidos y fuertes.
Todo el bosque aprendió que la unión hace la fuerza, y que, aunque a veces parezca más fácil hacerlo solo, siempre se puede lograr más al trabajar en equipo.
Y así, los tres cerditos vivieron felices y seguros en su fortaleza, disfrutando de juegos y risas, y siempre recordando la lección que habían aprendido juntos.
FIN.