Los Tres Chanchitos Valientes



Había una vez, en un bosque lejano, tres hermanos chanchitos que vivían juntos en una pequeña casa de paja. Siempre estaban muy felices y jugando todo el día.

Un día, mientras los chanchitos estaban jugando tranquilamente, apareció un lobo hambriento por allí. El lobo se acercó a la casa de paja y dijo: "¡Abre la puerta, cerdito! ¡Deja que entre para comerte!". Los chanchitos se asustaron mucho al escuchar al lobo y corrieron rápidamente hacia su casa.

Pero el lobo era astuto y fuerte, así que sopló con fuerza sobre la casa de paja hasta derrumbarla. Los chanchitos lograron escapar justo a tiempo antes de que el lobo los devorara.

Asustados y sin hogar, los chanchitos decidieron construir una nueva casa para protegerse del malvado lobo. Esta vez construyeron una casa de madera más grande y resistente. Pero el lobo no se rindió tan fácilmente.

Volvió a aparecer en busca de sus presas favoritas y encontró la nueva casa de madera donde vivían los chanchitos. Nuevamente les gritó desde afuera: "¡Abre la puerta, cerditos! ¡Deja que entre para comerte!".

Los chanchitos se escondieron adentro con miedo mientras el lobo intentaba derribar la puerta con todas sus fuerzas. Pero esta vez no pudo hacerlo porque la puerta era muy fuerte. Finalmente, después de varios intentos fallidos por parte del lobo, los chanchitos tuvieron una idea brillante.

Se dieron cuenta de que debían trabajar juntos para poder vencer al lobo y protegerse. Así que construyeron una nueva casa, esta vez de ladrillos. Trabajaron duro durante días y noches hasta terminarla.

Estaban muy orgullosos de su nueva casa y sabían que era la más fuerte y resistente que habían construido. Cuando el lobo llegó a la casa de ladrillos, les gritó: "¡Abre la puerta, cerditos! ¡Deja que entre para comerte!". Pero los chanchitos ya estaban preparados.

Le respondieron: "No te dejaremos entrar porque somos fuertes y trabajamos juntos para protegernos". El lobo se dio por vencido y se alejó del bosque en busca de otra presa fácil.

Los chanchitos aprendieron una gran lección sobre la importancia del trabajo en equipo y la perseverancia. Desde ese día, vivieron felices en su nueva casa de ladrillos sin preocuparse por el malvado lobo.

Y cada vez que recordaban su historia, se sentían más unidos como hermanos y amigos inseparables.

FIN.

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