Los Tres Chanchitos y el Gran Problema



En un pequeño pueblo, vivían tres chanchitos hermanos: Ramón, Tito y Pipo. A pesar de ser familia, no se llevaban nada bien y siempre discutían por todo.

Un día, Ramón dijo con desdén:

- ¡Siempre estás ocupando mi espacio en el tronco, Tito!

- ¿Y yo qué culpa tengo si sos un chanchito tan grande y no hay lugar para los dos? - respondió Tito, con su temperamento encendido.

Pipo, tratando de intervenir, dijo:

- Chicos, no es momento de pelear. Hay que ir a buscar comida antes de que se nos haga de noche.

Pero a Ramón no le gustó la idea de ayudar a su hermano y replicó:

- ¿Y por qué debería ayudar a un chanchito tan molesto como vos, Pipo?

Por supuesto, esto no hizo más que agravar la situación, y los tres chanchos decidieron irse cada uno por su lado, negándose a agruparse para hacer la búsqueda de comida.

Pasaron horas y el sol comenzó a ocultarse tras las montañas. Ramón encontró un campo lleno de deliciosos tréboles, pero justo cuando estaba por comer, un feroz lobo apareció de entre los árboles.

- ¡Ayuda! ¡Ayuda! - chilló Ramón, sintiendo que el lobo se acercaba. Pero, ¿quién podría oír sus gritos si había decidido ir solo?

Por su parte, Tito, que había encontrado un charco lleno de barro, disfrutaba de su momento. Pero de repente, escuchó los gritos de su hermano.

- ¡Rayos! - dijo Tito. - Esto no suena bien. ¡Tengo que ayudarlo!

Y sin pensar en las disputas del pasado, corrió hacia el lugar de Ramón. Al llegar, el lobo ya estaba cerca, y Ramón, paralizado por el miedo, no sabía cómo salir de esa situación.

Tito miró a su hermano y gritó:

- ¡Ramón! ¡No te preocupes! ¡Vine a salvarte!

Mientras Tito se acercaba al lobo, Pipo, que pasaba por el lugar con una canasta de frutas, oyó el alboroto y se unió a sus hermanos.

- ¡Aléjate de mi hermano! - bramó Pipo al lobo, tomando una actitud valiente.

El lobo, sorprendido por la aparición de los tres chanchos, se aturdió un segundo y, aprovechando esa oportunidad, los tres hermanos tomaron la decisión de trabajar juntos. Todos al mismo tiempo gritaron:

- ¡Chanchitos, a la carga!

Los tres se lanzaron sobre el lobo y, asustado, el lobo corrió a esconderse en el bosque, jamás volvió a perturbarlos.

Después de la trifulca, los tres hermanos se quedaron mirando al lugar donde estaba el lobo, todavía recuperándose de la situación.

- No puedo creer que hayamos trabajado juntos - dijo Ramón, algo avergonzado.

- Sí, a pesar de que siempre estamos peleando, en un momento difícil supimos unirnos - añadió Tito, mientras sonreía.

- Me alegra saber que aunque no nos llevemos muy bien, siempre estaré aquí para ustedes - dijo Pipo con una sonrisa genuina.

En ese momento, Ramón y Tito se dieron la mano, comprendiendo que a pesar de sus diferencias, siempre serían hermanos y que podían contar el uno con el otro.

- ¡Hagamos un trato! - propuso Ramón. - A partir de hoy, nos apoyaremos para enfrentar cualquier problema.

- ¡Sí! - exclamaron al unísono Tito y Pipo.

Desde ese día, los tres chanchitos comenzaron a disfrutar de su compañía y aprendieron a valorarse mutuamente. Aquellas diferencias que los alejaban se convirtieron en la fuerza que los unió, demostrando que la familia siempre encuentra el camino de volver a estar unida.

Y así, viviendo aventuras juntos y apoyándose el uno al otro, Ramón, Tito y Pipo aprendieron que, aunque no siempre estemos de acuerdo, el amor fraternal y la unidad son más fuertes que cualquier desacuerdo.

Fin.

FIN.

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