Los Tres Chanchitos y el Lobo Vegetariano



Había una vez, en un bosque lleno de árboles frondosos y flores de colores, tres chanchitos que vivían tranquilos y felices. Cada uno de ellos tenía su propio carácter y pasatiempos. El primero, Chanchito Lucho, era un apasionado de la paleta. Siempre se lo podía ver corriendo detrás de su pelota de paja, riendo y disfrutando del juego. El segundo, Chanchito Ramón, era un talentoso músico que amaba hacer música con su guitarra de madera. Pasaba horas componiendo melodías mientras los pájaros lo acompañaban con sus trinos.

Pero había un problema. En el bosque también vivía un lobo llamado Lobo Benito, que tenía un gran anhelo: quería comerse a los chanchitos. Un día, decidió que ya era hora de hacer algo al respecto.

- “¡Estoy hambriento! Hoy me voy a comer a esos chanchitos”, rugió Lobo Benito, mientras salía de su cueva.

Los chanchitos, al enterarse de los planes del lobo, decidieron construir cada uno su propia casa para protegerse.

- “Yo voy a construir mi casa de paja, es fácil y rápida de hacer”, dijo Lucho con entusiasmo.

- “Yo prefiero hacer mi casa de madera, es más resistente y podré disfrutar de mis melodías mientras trabajo”, contestó Ramón.

El tercero, Chanchito Pablo, un poco más precavido, decidió construir su casa de ladrillos.

- “No importa cuánto tardemos, lo importante es estar seguros”, dijo Pablo, decidido.

Pasaron unos días y cada uno terminó su casa. Lucho salió a jugar a la paleta, Ramón ensayaba su música, y Pablo disfrutaba de la tranquilidad en su casa de ladrillos.

Un día, mientras Lucho estaba en su casa de paja, Lobo Benito llegó con la intención de comérselo.

- “¡Chanchito Lucho! ¡Abre la puerta! ¡Soy Lobo Benito! ”, gritó el lobo.

- “¡No, no! ¡No abriré! ¡No quiero que me comas! ”, respondió Lucho con miedo.

El lobo sopló y sopló, y la casa de paja voló por los aires. Lucho corrió hacia la casa de Ramón.

- “¡Por favor, déjame entrar! ”, gritó Lucho aterrorizado.

Ramón, al verle, lo recibió rápidamente. Apenas se acomodaron, Lobo Benito llegó nuevamente.

- “¡Chanchitos! ¡Abren la puerta, soy yo, Lobo Benito! ”, exigió.

- “¡No, no! ¡No te dejaremos entrar! ”, dijeron los chanchitos asustados.

El lobo, enojado, sopló con todas sus fuerzas y, sorpresa, la casa de madera se derrumbó. Los dos chanchitos corrieron hacia la casa de Pablo.

Sin embargo, cuando Lobo Benito llegó a la casa de ladrillos, se dio cuenta de que sería más difícil. Pero no se rendía tan fácilmente.

- “¡Chanchitos! ¡Abre la puerta o soplaré más fuerte! ”, intimó el lobo.

Los chanchitos, temerosos pero ahora más unidos, gritaron:

- “¡No, no abriríamos la puerta! ¡Te hemos visto soplar!

FIN.

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