Los Tres Chanchos y el Ogro del Bosque Tenebroso



En un bosque tenebroso, donde los árboles parecían susurrar y las sombras danzaban, vivía un ogro llamado Gregorio. A pesar de su aspecto temible, era un ogro muy solitario que solo quería tener amigos. Pero, por su fama de ogro gigantesco, todos los animales le temían.

Un día, tres chanchos decidieron aventurarse al bosque para recoger algunos hongos y frutas. Eran chanchos traviesos, siempre buscando diversión y nuevos amigos. "Cuidado con el ogro, dicen que se come a los que se acercan"- dijo el primero, con un tono de preocupación.

"No hay que creer todo lo que dicen, vamos a demostrar que no le tenemos miedo"- respondió el segundo, lleno de valentía.

El tercer chancho, un poco más cauteloso, sugirió: "Podríamos llevarle algo para que no se sienta solo. Quizás se sienta mejor con un regalo"-

Los chanchos, decididos, recolectaron algunas frutas y se adentraron al bosque. Mientras caminaban, de repente escucharon un rugido.

"¡Ay, es el ogro!"- gritó el primero, asustado.

"No corramos, ¡sigamos adelante!"- dijo el segundo, más decidido que nunca.

Finalmente, llegaron a un claro donde vieron a Gregorio, el ogro, con una cara larga y triste. "¿Qué hacen ustedes aquí?"- preguntó el ogro, sorprendido.

"Trajimos un regalo para vos, Gregorio"- dijo el tercer chancho, dando un paso adelante y ofreciéndole las frutas. "Sabemos que a veces te debes sentir solo, y queríamos ser tus amigos"-.

Gregorio miró las frutas y su expresión cambió. "¿Amigos? Nunca pensé que vería a alguien ser tan amable conmigo"-.

Los chanchos, emocionados, comenzaron a charlar con él. "Contanos sobre lo que te gusta hacer"- preguntó el primero.

"Me encanta contar historias sobre las estrellas, pero nadie quiere escucharme"- respondió el ogro, con un brillo de alegría en sus ojos.

"¡Nosotros queremos escucharte!"- exclamaron al unísono los tres chanchos.

Desde ese día, los chanchos visitaban a Gregorio regularmente. Juntos, compartían risas y cuentos, haciendo que el bosque se llenara de alegría. La leyenda del ogro automáticamente cambió, y los demás animales no tardaron en darse cuenta de que Gregorio no era un ogro temido, sino un amigo leal.

Y así, los tres chanchos aprendieron que a veces, las apariencias engañan y que, con un poco de bondad, podemos transformar no solo a los demás, sino también a nuestros propios corazones.

"¡Brindemos por la amistad!"- dijeron los chanchos, y el ogro, con una sonrisa más grande que nunca, levantó su cola al cielo en señal de celebración.

Y así, en un bosque que un día fue tenebroso, ahora brillaba con la luz de la amistad.

Fin.

FIN.

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