Los Tres Conejitos y el Zorro



Había una vez tres hermanos conejitos: Tito, Lila y Nito, que vivían felices en un refugio cálido en el bosque. Un día decidieron salir en busca de comida. Antes de irse, el hermano mayor, Tito, les dijo:

"Hermanitos, cada uno debe tener cuidado. El bosque es hermoso, pero también puede ser peligroso. ¡Prometan que no se alejarán mucho!"

"¡Está bien, hermano mayor!" contestaron Lila y Nito.

Los tres conejitos se separaron para buscar su propio alimento. Lila decidió ir hacia el río, Nito se adentró entre los arbustos y Tito, que era más cauteloso, se quedó cerca de la casa.

Mientras exploraban, Lila encontró algunas fresas jugosas cerca del agua.

"¡Qué ricas!" exclamó. Pero de repente, escuchó un crujido en los arbustos. Decidió ignorarlo y siguió comiendo. Sin embargo, el crujido se convirtió en un ruido más fuerte. Era un zorro astuto que se acercaba.

"Hola, pequeña conejita, ¡qué bonitas fresas tienes! ¿Te gustaría compartirlas conmigo?" dijo el zorro con una sonrisa engañosa.

"¡No, gracias!" respondió Lila, un poco asustada. "Mi hermano me dijo que debo tener cuidado".

"¿Tu hermano?" se burló el zorro. "No hay nada de qué preocuparse, ven aquí, te prometo que no te haré daño".

"No me fío de vos, zorro. ¡Voy a avisar a mis hermanos!"

Lila salió corriendo hacia donde había dejado a Nito. Justo cuando llegó, Nito estaba atrapado entre unos arbustos,

"¡Ayuda!" gritó Nito. "No puedo salir. ¡Me he quedado atascado!"

"¡Espera aquí! Voy a buscar a Tito".

Lila corrió a buscar a Tito, quien estaba observando el terreno.

"Tito, Nito está en problemas. ¡Se ha quedado atascado!"

"Vamos, Lila, necesitamos ayudarlo juntos".

Los tres conejitos llegaron rápidamente a donde estaba Nito. Tito, siendo el mayor, decidió pensar en un plan.

"Voy a empujar desde aquí, mientras ustedes tiran de sus patas. ¡Listos? 1, 2, 3, empujen!"

Con mucho esfuerzo, los tres conejitos lograron liberar a Nito.

"¡Gracias, hermanitos! No pensé que podría salir de ahí!" dijo Nito, aliviado.

"Menos mal que te encontramos a tiempo. Pero tenemos que ser más cuidadosos. No podemos separarnos de nuevo".

"¡Sí!" afirmó Lila, mirando hacia el arbusto del que había oído el crujido antes.

Decidieron regresar juntos al camino que conocían. Al final, llegaron a un claro donde encontraron un gran repollito, que jamás habían visto.

"Este será un buen almuerzo para nosotros": dijo Tito, riendo.

Mientras disfrutaban de su comida, se sintieron afortunados de haber podido ayudar a Nito y de haber trabajado juntos como una familia. Después de ese día, los conejitos aprendieron que la seguridad y el trabajo en equipo son esenciales, incluso en las aventuras más simples del bosque. Nunca se olvidaron de tener cuidado y se prometieron siempre cuidarse unos a otros.

Y así vivieron felices, llenos de buena comida y, sobre todo, con el amor fraternal que los unía.

FIN.

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