Los Tres Deseos de Alma



Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de montañas, una niña llamada Alma. Alma era una niña curiosa, valiente y muy inteligente. Vivía con sus abuelos en una acogedora casita de campo.

Un día, mientras paseaba por el bosque cercano a su casa, Alma escuchó un ruido extraño proveniente de un arbusto. Con valentía se acercó y descubrió a un pajarito herido.

Sin dudarlo, lo tomó con cuidado entre sus manos y decidió llevarlo a casa para curarlo. Al llegar a su hogar, Alma buscó en los libros de su abuelo cómo cuidar al pajarito herido. Aprendió que necesitaba reposo, calor y comida especial.

Así que construyó con sus propias manos un nido confortable para él y le preparó comida nutritiva. Día tras día, Alma cuidaba al pajarito con amor y paciencia. Le hablaba dulcemente, le cantaba canciones y lo mimaba con ternura.

El pajarito poco a poco fue sanando gracias a los cuidados de la bondadosa niña. Una mañana, cuando el pajarito ya estaba completamente recuperado, algo mágico sucedió: se transformó en un hada pequeñita con alas brillantes.

El hada le dijo a Alma: "Gracias por tu generosidad y tu amor desinteresado. Has demostrado tener un corazón noble y valiente". Alma se quedó sorprendida pero feliz por la transformación del hada. Esta le concedió tres deseos como recompensa por su buen acto hacia ella.

"Quiero que mi pueblo siempre esté lleno de alegría", dijo Alma como primer deseo. "Quiero que todos los animales estén protegidos y respetados", expresó como segundo deseo. "Y por último, quiero seguir aprendiendo cosas nuevas cada día", concluyó.

El hada sonrió ante los nobles deseos de la pequeña Alma y los concedió inmediatamente.

Desde ese día en adelante, el pueblo de Alma se llenó de risas y juegos; los animales vivieron en armonía junto a las personas; y Alma siguió creciendo siendo una niña sabia e inspiradora para todos aquellos que la conocían. Y así fue como la valentía, la generosidad y el amor incondicional de una pequeña llamada Alma lograron cambiar no solo su vida sino también la de quienes la rodeaban.

Porque las acciones buenas siempre traen consigo grandes bendiciones.

FIN.

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