Los tres deseos de la bruja Malvina


Había una vez, en lo alto de una imponente montaña, vivía una bruja llamada Malvina. Malvina era conocida por ser muy poderosa y sabia, pero también por ser un poco gruñona y solitaria.

Tenía su choza en medio de un frondoso bosque, donde los árboles parecían sus amigos más cercanos. Un día, mientras paseaba por el bosque, Malvina escuchó unos ladridos desesperados. Siguiendo el sonido, encontró a un grupo de perros abandonados y hambrientos.

Sin dudarlo, la bruja decidió llevarlos a su choza y cuidar de ellos con amor y ternura. Los días pasaron y los perros se convirtieron en fieles compañeros de Malvina.

Juntos recorrían el bosque explorando cada rincón y descubriendo secretos escondidos entre los árboles centenarios. Una tarde, mientras recolectaban limones para preparar una deliciosa limonada, uno de los perros encontró un extraño objeto brillante entre las ramas de un árbol.

Era una lámpara mágica que concedería tres deseos a quien la poseyera. Malvina recordó las historias que había escuchado sobre objetos mágicos que podían cambiar vidas, pero también sabía que debía usarlos con responsabilidad.

Decidió frotar la lámpara y hacer su primer deseo:- ¡Deseo que todos los animales del bosque tengan comida y refugio! -exclamó la bruja con determinación. Al instante, el bosque cobró vida con sonidos felices de animales jugando y correteando libres por doquier. Los árboles parecían bailar al compás de tanta alegría.

El segundo deseo de Malvina fue aún más noble:- ¡Deseo que todas las plantas del bosque crezcan fuertes y sanas para mantener el equilibrio natural! -pidió la bruja mirando alrededor con gratitud.

Y así fue como flores multicolores brotaron bajo sus pies y los árboles reverdecieron como nunca antes se había visto en aquel lugar sagrado. Llegó entonces el momento del tercer deseo. Malvina reflexionó profundamente sobre qué pedir; sabía que este último pedido definiría su legado para generaciones futuras.

Finalmente, decidió:- ¡Deseo tener la capacidad de compartir mi magia con aquellos que más lo necesiten! En ese instante, Malvina sintió cómo todo su ser se llenaba de luz y energía positiva.

Sus manos brillaban con un resplandor cálido capaz de curar heridas e iluminar corazones oscurecidos por la tristeza. Desde ese día en adelante, Malvina se convirtió en una leyenda viva dentro del bosque encantado.

Su choza se transformó en un refugio seguro para todos aquellos seres necesitados de ayuda o consuelo. Y así fue como la bruja Malvina aprendió que los verdaderos deseos no son aquellos que satisfacen nuestros caprichos personales, sino aquellos que nos permiten compartir bondad y amor con quienes nos rodean.

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