Los Tres Deseos de la Princesa


Había una vez en un reino lejano, una madrastra gruñona y grosera que vivía en un castillo junto a su hijastra, una princesa noble.

La madrastra siempre trataba mal a la princesa, haciéndole trabajar todo el día sin descanso y gritándole constantemente. Un día, la princesa decidió escapar del castillo para buscar ayuda. Caminó por el bosque hasta que se encontró con una anciana sabia que vivía en una pequeña cabaña.

La anciana notó la tristeza en los ojos de la princesa y le preguntó qué le pasaba. "Soy la princesa del reino, pero mi madrastra me trata muy mal. Siempre me hace trabajar y me trata con crueldad", dijo la princesa entre sollozos.

La anciana sonrió amablemente y dijo: "No te preocupes, querida. Tengo algo para ti". Sacó de su bolsillo un pequeño frasco lleno de polvo mágico y lo entregó a la princesa.

"Este polvo mágico te concederá tres deseos", explicó la anciana. "Pero recuerda usarlos sabiamente". La princesa agradeció a la anciana y regresó al castillo con el frasco mágico escondido bajo su vestido.

Cuando llegó allí, se encontró nuevamente con su madrastra quien comenzó a regañarla por llegar tarde. "¡Tienes muchísimo trabajo por hacer! ¡Apúrate!", gritaba la madrastra mientras empujaba a la princesa hacia las tareas del hogar. La princesa decidió que era el momento de usar uno de sus deseos.

Sacó el frasco mágico y lo agitó, pidiendo en voz baja: "Deseo que todas las tareas del hogar se hagan solas". De repente, los platos se lavaron, la ropa se dobló y las camas se hicieron sin la ayuda de nadie.

La madrastra quedó perpleja al ver todo lo que había ocurrido. "¿Cómo es posible?", preguntaba mientras miraba a su alrededor. La princesa sonrió y le dijo: "He descubierto un nuevo método para hacer las tareas más rápido".

La madrastra, impresionada por la eficiencia de su hijastra, comenzó a tratarla con más amabilidad. Sin embargo, pasado un tiempo, la madrastra volvió a ser gruñona y grosera con la princesa. Esta vez, decidió usar su segundo deseo para cambiar esa actitud.

Nuevamente sacó el frasco mágico y pidió en voz baja: "Deseo que mi madrastra sea amable y comprensiva conmigo". Instantáneamente, la madrastra cambió su forma de ser.

Comenzó a hablar con dulzura y mostraba preocupación por el bienestar de la princesa. "¡Oh! ¿Qué me ha pasado? Siento como si algo hubiera cambiado dentro de mí", exclamaba sorprendida. La relación entre ambas mejoró notablemente.

La madrastra ya no maltrataba ni gritaba a la princesa; por el contrario, comenzaron a trabajar juntas como una verdadera familia. Pero aún quedaba un deseo más en el frasco mágico. La princesa decidió guardarlo para cuando realmente lo necesitara. Pasaron los años y la princesa se convirtió en una mujer fuerte y valiente.

Un día, el reino fue amenazado por un dragón feroz que aterrorizaba a todos los habitantes. La princesa sabía que era hora de usar su último deseo.

Sacó el frasco mágico y pidió en voz baja: "Deseo tener la fuerza y el coraje para derrotar al dragón y salvar nuestro reino". La princesa se transformó en una guerrera poderosa, con armadura brillante y espada afilada. Luchó contra el dragón hasta vencerlo, salvando así al reino.

Cuando regresó al castillo, la madrastra estaba asombrada ante la valentía de la princesa. "Eres increíble", le dijo sinceramente. "Me siento orgullosa de ti". Desde ese día, la madrastra cambió completamente su actitud hacia la princesa.

Ambas vivieron felices juntas, formando una familia unida y llena de amor. Y así, gracias a los deseos del frasco mágico, la madrastra gruñona se convirtió en una madre amorosa para la noble princesa.

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