Los tres deseos de Lucía



Érase una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, vivía una niña llamada Lucía. Lucía era la menor de seis hermanos y provenía de una familia muy humilde.

A pesar de las dificultades económicas que enfrentaban, Lucía siempre mantenía viva la esperanza en su corazón y soñaba con convertirse en alguien importante algún día. Desde muy pequeña, Lucía mostraba un interés especial por los libros y la escuela.

Le encantaba aprender cosas nuevas y pasaba horas leyendo todo lo que caía en sus manos. Sus padres, a pesar de no poder darle muchas comodidades materiales, siempre apoyaban su amor por el conocimiento y la educación.

Un día, mientras paseaba por el bosque cercano a su casa, Lucía se encontró con un hada madrina que le dijo:"Lucía, veo en tu corazón el deseo de ser alguien grande y salir de la pobreza. Te concederé tres deseos para ayudarte a alcanzar tus sueños".

Lucía no podía creerlo. ¿Tres deseos? ¡Era como un cuento de hadas hecho realidad! Después de pensarlo detenidamente, decidió pedir:"Quiero tener la oportunidad de estudiar en la mejor universidad del país".

"Deseo encontrar un trabajo que me permita ayudar a mi familia". "Y anhelo que mis padres y hermanos estén siempre sanos y felices". El hada madrina sonrió y concedió los deseos de Lucía.

De repente, comenzaron a suceder cosas maravillosas en la vida de nuestra pequeña protagonista. Pronto llegaron las noticias sobre una beca completa para estudiar en la prestigiosa Universidad Brillantez. Lucía se esforzó al máximo en sus estudios y logró destacarse como una alumna brillante.

Un día, mientras caminaba por el parque después de clases, escuchó a unos ancianos hablar sobre un puesto vacante en una biblioteca cercana. Sin dudarlo ni un segundo, se presentó para el trabajo y fue contratada gracias a su pasión por los libros.

Con el dinero que ganaba en la biblioteca, Lucía empezó a ayudar económicamente a su familia. Poco a poco, las condiciones de vida fueron mejorando para todos ellos.

Pero lo más importante para Lucía era ver sonreír a sus padres y hermanos cada día. Juntos superaron obstáculos y celebraron alegrías compartiendo momentos inolvidables. Pasaron los años y Lucía se convirtió en una profesional exitosa e inspiradora para muchos jóvenes del pueblo.

Siempre recordaba sus orígenes humildes con gratitud y les enseñaba que nunca debían perder la esperanza ni dejar de luchar por sus sueños.

Y colorín colorado este cuento aún no ha terminado porque cada día es una nueva aventura llena de posibilidades para aquellos que creen en sí mismos como lo hizo nuestra querida amiga Lucía.

FIN.

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