Los Tres Deseos de Simón Bolívar
Había una vez en el pequeño pueblo de San Mateo, un niño llamado Simón Bolívar. Simón era muy inquieto y curioso, siempre buscando aventuras y aprendiendo de todo lo que le rodeaba.
Vivía con su abuela Negra Matea, una mujer sabia y cariñosa que lo cuidaba con mucho amor. Un día, mientras Simón jugaba en el campo cerca del río, escuchó unos ruidos extraños provenientes de un árbol cercano.
Curioso como era, decidió acercarse para ver qué pasaba. Para su sorpresa, se encontró con un pajarito atrapado en una red. Sin dudarlo, Simón corrió a ayudarlo y logró liberarlo. El pajarito, agradecido por la ayuda de Simón, le dijo: "Gracias por salvarme, noble niño.
Como recompensa, te concedo tres deseos". Simón no podía creerlo y comenzó a pensar en qué pedir. "Quiero ser valiente y fuerte para proteger a mi pueblo", expresó emocionado.
El pajarito cantó unas melodías mágicas y de repente Simón sintió una energía especial recorrer su cuerpo. Se sentía más seguro y decidido que nunca. "Ahora solo me quedan dos deseos", le recordó el pajarito.
Simón pensó detenidamente antes de hablar nuevamente: "Deseo tener la sabiduría necesaria para guiar a mi gente hacia un futuro mejor". Otra vez el pajarito cantó sus melodías mágicas y esta vez Simón sintió cómo su mente se llenaba de conocimiento y entendimiento sobre muchas cosas que antes desconocía.
Finalmente, llegó el momento del último deseo. Simón reflexionó profundamente antes de pedir: "Quisiera poder inspirar a otros a luchar por la libertad y la igualdad".
El pajarito entonó sus cánticos una vez más y esta vez Simón sintió en su corazón el deseo ardiente de hacer del mundo un lugar mejor para todos. A partir de ese día, Simón Bolívar se convirtió en un líder valiente, sabio e inspirador para su pueblo.
Conducido por sus nuevos dones mágicos, luchó incansablemente por la independencia de su país y por los derechos de todos los ciudadanos. Negra Matea observaba orgullosa desde lejos cómo su nieto había crecido hasta convertirse en un héroe amado por todos en San Mateo.
Y así fue como gracias al valor, la sabiduría y la inspiración de Simón Bolívar, San Mateo floreció como nunca antes lo había hecho.
Los niños del pueblo miraban al cielo con admiración sabiendo que también ellos tenían dentro de sí el poder para cambiar el mundo si se lo proponían.
FIN.