Los tres gatitos de Sofía


Había una vez una niña llamada Sofía, a la que le encantaban los animales. Un día, mientras paseaba por el parque, escuchó unos maullidos desesperados que venían de un arbusto.

Se acercó con cuidado y descubrió a tres gatitos pequeños y flacos, abandonados por su madre. Sofía sintió mucha tristeza al ver a los pobres gatitos en esa situación. Sin dudarlo, decidió llevarlos a casa para cuidarlos y darles amor.

Les puso nombres: Pelusa, Manchitas y Rayas. Los alimentó, les dio agua y un lugar cálido donde dormir. Los días pasaron y los gatitos comenzaron a recuperarse gracias al amor y dedicación de Sofía.

Pelusa era la más cariñosa, siempre buscando mimos; Manchitas era travieso y juguetón; mientras que Rayas era el más tímido pero también el más curioso.

Un sábado por la mañana, Sofía se despertó con una idea brillante: organizar una feria de adopción para encontrarle hogares amorosos a Pelusa, Manchitas y Rayas. Preparó carteles coloridos e invitó a todos sus amigos del barrio. La feria fue un éxito total. Muchas personas se acercaron interesadas en adoptar a los gatitos rescatados por Sofía.

Pero entonces, algo inesperado sucedió: cuando llegó el momento de separarse de ellos, Sofía no pudo contener las lágrimas. "No quiero dejarlos ir", dijo entre sollozos. "Pero sé que es lo mejor para ellos".

Sus padres se acercaron para consolarla y le dijeron lo orgullosos que estaban de ella por haber salvado a esos gatitos abandonados y haberles dado una segunda oportunidad.

Al final del día, Pelusa encontró un nuevo hogar con una familia cariñosa que prometió cuidarla siempre; Manchitas fue adoptado por una pareja joven muy activa que le daría mucho juego; y Rayas conquistó el corazón de una señora mayor que vivía sola y buscaba compañía.

Sofía comprendió entonces que aunque doliera separarse de ellos, había hecho lo correcto al rescatar a esos gatitos abandonados y ayudarles a encontrar nuevos hogares donde serían amados y cuidados como se merecían.

Desde ese día en adelante, Sofía siguió ayudando a animales necesitados junto con su familia, convirtiéndose en la heroína de los animales del barrio y enseñándoles a todos la importancia del amor incondicional hacia todas las criaturas del mundo.

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