Los tres hermanos y el misterioso hombre de la selva



Era un día soleado cuando los tres hermanos, Jean, Jahel y Liz, se embarcaron en un emocionante viaje en autobús hacia la selva. Sin embargo, el autobús se averió y los dejó en medio de la nada. Al principio, los niños estaban un poco asustados, pero pronto decidieron que era hora de poner en práctica todo lo que habían aprendido en la escuela sobre la supervivencia en la naturaleza.

"No hay de qué preocuparse, vamos a encontrar el camino de vuelta a casa", dijo Jean, el hermano mayor, con confianza.

"¿Y cómo lo haremos?", preguntó Jahel, un poco nervioso.

"Podemos seguir el río y tal vez encontramos a alguien que nos ayude", propuso Liz, la hermana menor.

Así que los tres comenzaron a caminar, observando la selva llena de colores vivos y sonidos misteriosos. Después de un rato, se encontraron con un sendero que parecía llevar hacia el lado del río. Sin embargo, después de un rato de caminar, se dieron cuenta de que estaban más perdidos que al principio.

De repente, un hombre de barba blanca apareció ante ellos. Vestía ropas de color tierra y parecía muy amable.

"¡Hola, pequeños aventureros!", exclamó el hombre. "¿Están perdidos en la selva? ¡No se preocupen! Tengo una casa no muy lejos de aquí, pueden venir a comer y descansar antes de continuar su camino."

Jean se sintió un poco inquieto. "No sé si deberíamos ir con un desconocido, chicos."

"Pero podríamos estar muy cansados y necesitamos algo de comida", sugirió Liz.

Jahel, siempre muy curioso, dijo: "Además, podría ser una buena oportunidad para aprender sobre la selva."

A pesar de las dudas de Jean, decidieron acompañar al hombre. Caminando juntos, el hombre les habló sobre las plantas y los animales que los rodeaban. Les enseñó a reconocer algunas frutas comestibles y a identificar los sonidos de los pájaros.

"Este lugar es mágico, ¿no lo creen?", comentó el hombre, mientras recogía una fruta de un árbol.

Al llegar a su casa, se encontraron con un lugar acogedor y un delicioso aroma a comida que llenaba el aire.

"¡Qué rico huele!", dijo Liz, con los ojos brillantes.

Sin embargo, Jean seguía sintiendo que algo no estaba bien.

"Voy a explorar un poco", anunció, mientras se alejaba de la casa. Cuando salió, se dio cuenta de que el hombre había cerrado la puerta detrás de ellos. En ese momento, Jean sintió que debía hacer algo.

Rápidamente volvió donde sus hermanos. "Chicos, creo que deberíamos irnos. No me gusta la idea de estar aquí... no sabemos quién es realmente este hombre."

Jahel se miró a Liz y contestó: "Tal vez Jean tiene razón. A veces la gente no es lo que parece."

"Sí, prefiero no quedarme más tiempo aquí", agregó Liz.

Así que, con decisión, los tres hermanos buscaron una ventana y encontraron una salida detrás de la casa. Comenzaron a correr, atravesando la selva, hasta que finalmente llegaron al sendero que habían tomado al principio.

"Gracias por cuidarnos este tiempo", gritó Jean mientras se alejaban. No se volvieron a mirar atrás.

Después de haber recorrido un poco más, escucharon un sonido familiar: el río. Siguiendo su curso, lograron encontrar un camino y, para su sorpresa, se encontraron con un grupo de viajeros que, al ver a los niños perdidos, los llevaron de vuelta a su hogar en el autobús.

Esa noche, al repasar su aventura en la cama, los tres hermanos acordaron que lo más importante era siempre escuchar su intuición.

"A veces, un lugar que parece seguro puede no serlo", reflexionó Jean.

"Y siempre es mejor estar juntos", añadió Jahel.

"Sí, como un equipo", concluyó Liz, con una gran sonrisa.

Así, los hermanos aprendieron la importancia de la precaución, el trabajo en equipo y siempre cuidar unos de otros. Y desde ese día, se convirtieron en los exploradores más valientes de la familia, listos para cualquier aventura que la vida les pudiera ofrecer.

FIN.

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