Los Tres Hermanos y la Aventura del Campo
Era un día soleado y los tres hermanos, Mateo, Julieta y Lucas, estaban desesperados por salir a jugar al aire libre. No paraban de hacer travesuras en casa y sus padres les habían dicho que se quedaran dentro. Pero la tentación del hermoso campo que estaba justo al lado de su casa era demasiado fuerte. Así que un día, decidieron desobedecer.
"Vamos, sólo un ratito. Nadie se va a dar cuenta" - dijo Mateo, el mayor, mientras miraba por la ventana.
"Sí, sí, después regresamos antes de que mamá se dé cuenta" - agregó Julieta, la más aventurera de los tres.
"Es una gran idea... ¡a mí me gustaría ver ese lago del que hablan los chicos del colegio!" - añadió Lucas, el más pequeño, emocionado.
Así que, sin pensarlo mucho, salieron de la casa y se fueron al campo. Corrieron y jugaron, explorando cada rincón. El sol brillaba, y la alegría llenaba su corazón, pero al caer la tarde, se dieron cuenta de que se habían alejado demasiado y ya no sabían cómo regresar.
"¿Dónde estamos?" - preguntó Lucas, con la voz temblando.
"Esto es un desastre. No sé cómo volver a casa" - dijo Mateo, un poco asustado.
"No te asustes, siempre podemos buscarnos el camino de regreso" - intentó consolar Julieta.
Mientras buscaban el camino, la oscuridad comenzó a caer, y el frío se hizo cada vez más intenso.
"¿Y si no encontramos el camino?" - comenzó a llorar Lucas.
"¡No, no! Tenemos que ser valientes. Recordar lo que nos enseñó papá sobre siempre seguir las estrellas" - dijo Mateo, secándose las lágrimas.
Para distraerse del miedo, Julieta sugirió que jugaran un juego para mantener el ánimo.
"¡Juguemos a encontrar formas en las nubes! ¡Miren! Esa nube se parece a un perro, y esa otra a..." - comenzó a nombrar, mientras los otros la seguían, tratando de ver figuras en el cielo. Pero la oscuridad los envolvió por completo.
En medio de su juego, de repente escucharon un ruido. Era un crujir de ramas.
"¿Qué fue eso?" - preguntó Lucas, aferrándose a su hermana.
"No sé, pero debemos averiguarlo" - respondió Mateo, tratando de sonar valiente.
Se acercaron poco a poco y descubrieron que era un pequeño zorro, que también parecía perdido.
"¡Miren! Es un zorro. ¡Está tan asustado como nosotros!" - exclamó Julieta.
"Tal vez él también necesita ayuda" - dijo Lucas.
Decidieron seguir al zorro. Él les guió por un sendero que los llevó a un claro donde había un río.
"Creo que el sonido del agua me suena familiar..." - dijo Mateo mientras miraba a su alrededor.
"Si seguimos el río, tal vez lleguemos a casa!" - exclamó Julieta, llena de esperanza.
Así que comenzaron a seguir el río, con el zorro delante de ellos. Después de un rato, al fondo, vieron una luz que brillaba.
"¿Es eso una casa?" - preguntó Lucas, sus ojos brillando de emoción.
"¡Vamos, rápido!" - dijo Mateo mientras corrían hacia la luz.
Al llegar, se dieron cuenta de que había un camping con unas linternas encendidas. Al ver a los chicos, una familia se acercó rápidamente.
"¡Chicos! ¿Están bien?" - preguntó una madre preocupada.
"Nos perdimos…" - dijo Mateo mientras se aferraba a su hermana y a su hermano.
La familia del camping les ofreció comida caliente y abrigo.
"Gracias, no sabemos cómo agradecerles" - dijeron los tres a la vez.
"Lo importante es que están a salvo. Ahora, vamos a llamar a sus padres" - respondió el hombre.
Poco después, sus padres llegaron, súper aliviados por haber encontrado a sus hijos.
"¡No vuelvan a salir sin permiso!" - exclamó su mamá entre lágrimas.
"Lo sabemos, lo sentimos mucho, mamá" - dijeron los tres al unísono.
Una vez que regresaron a casa, los hermanos se dieron cuenta de que desobedecer había sido una mala idea. La aventura había sido aterradora y había habido momentos de mucho miedo.
"Prometamos no desobedecer nunca más" - propuso Julieta.
"Sí, y siempre consultaremos a papá y a mamá antes de ir a cualquier lado" - agregó Lucas.
"No queremos volver a pasar por esto" - concluyó Mateo con firmeza.
Desde ese día, aprendieron que la obediencia protege y que algunas aventuras son mejores cuando se planifican en familia. Y así, Mateo, Julieta y Lucas, siempre recordaron su experiencia en el campo como una lección que jamás olvidarían.
FIN.