Los tres hermanos y la búsqueda del valor del esfuerzo
Había una vez en un pintoresco pueblito en la provincia de Buenos Aires, tres hermanos muy diferentes entre sí: Martín, el mayor, era un trabajador incansable que siempre buscaba la manera de ayudar a su familia y a la comunidad; Juan, el del medio, prefería pasar el día sin hacer nada, dejando que los demás se ocuparan de sus responsabilidades; y Sofía, la menor, mostraba poco interés en las cosas, distrayéndose con cualquier cosa que captara su atención.
Un día, la abuela de los tres hermanos les reveló que había escondido un tesoro en algún lugar del bosque y les dijo que quien lo encontrara tendría la llave para cumplir sus deseos más anhelados. Los hermanos, emocionados por la perspectiva del tesoro, decidieron emprender juntos la búsqueda.
"¡Vamos, hermanos! Si trabajamos en equipo, seguro encontraremos el tesoro", exclamó Martín con entusiasmo.
"¿Buscar un tesoro? ¿Para qué esforzarse si podemos estar tumbados sin hacer nada todo el día?", se quejó Juan, sin mostrar interés.
"¿Un tesoro? No me interesa, prefiero quedarme en casa jugando", respondió Sofía distraídamente.
A pesar de las diferencias, los tres hermanos partieron al bosque. Martín se adentró entre los árboles, buscando pistas y marcando el camino con señales para que sus hermanos lo siguieran. Mientras tanto, Juan se sentó en un tronco y empezó a quejarse por el esfuerzo que significaba buscar el tesoro. Sofía, por su parte, se distrajo con las mariposas y los pájaros, sin prestar atención a la búsqueda.
De repente, Martín tropezó con una caja entre las raíces de un viejo árbol. Al abrirla, descubrió un cofre de madera llena de monedas brillantes y piedras preciosas. Emocionado, corrió a llamar a sus hermanos para compartir el hallazgo, pero se encontró con Juan y Sofía peleando por quién debía hacer el menor esfuerzo para buscar.
"¡Hermanos, encontré el tesoro! ¡Vengan a ver!", gritó Martín emocionado.
"¿Por qué debería molestarme en ir a ver un tesoro si probablemente no sea nada divertido?", dijo Juan, fastidiado.
"¿Un tesoro? ¿Dónde está mi tablet? No me importa", respondió Sofía, absorta en su juego.
Martín, decepcionado por la actitud de sus hermanos, decidió llevárselo por sí mismo. Mientras caminaba de regreso a casa con el tesoro, se cruzó con un anciano sabio que le preguntó sobre su hallazgo.
"¿Por qué no compartes tu tesoro con tus hermanos, a pesar de su actitud?", le dijo el anciano con sabiduría.
Martín reflexionó sobre las palabras del anciano y decidió regresar al bosque para buscar a sus hermanos y compartir con ellos el tesoro. Al encontrarlos, les explicó que el verdadero tesoro no eran las monedas ni las joyas, sino el trabajo en equipo y el esfuerzo que habían puesto juntos en la búsqueda. Conmovidos por las palabras de su hermano, Juan y Sofía se arrepintieron de su actitud y prometieron esforzarse más en el futuro. Desde ese día, los tres hermanos aprendieron el valor del esfuerzo, la cooperación y la importancia de no rendirse nunca. Juntos, construyeron un futuro próspero para su familia y su comunidad, trabajando unidos en armonía.
FIN.