Los Tres Monstruos y los Niños Valientes



En un tranquilo pueblito llamado Villaverde, dos niños, Sofía y Lucas, se sentían un poco aburridos durante las vacaciones. Un día, decidieron explorar un viejo bosque que se encontraba cerca de su casa. Mientras caminaban entre los árboles, comenzaron a contar historias sobre monstruos que podrían vivir en el bosque.

"Imaginate que nos encontramos con un monstruo gigante que come caramelos", dijo Sofía, riendo.

"¡O uno que sabe bailar y hace fiestas!", respondió Lucas, disfrutando la idea.

De repente, un ruido fuerte interrumpió su divertida conversación. Temblando de emoción y un poco de miedo, se acercaron al origen del sonido. Para su sorpresa, se encontraron con tres monstruos: Rumboso, el gigante de las risas; Glu, el monstruo tragador de caramelos; y Tinky, la monstruo con un gran corazón.

"¡Hola, chicos!", exclamó Rumboso con una voz profunda y alegre. "No tengan miedo, solo estamos buscando amigos para jugar!"

Sofía y Lucas miraron a los monstruos, asombrados.

"¿Ustedes no dan miedo?" preguntó Lucas, aún algo desconfiado.

"No, para nada!", aseguró Tinky. "Lo que pasa es que a veces los monstruos nos ven como seres aterradores, pero en realidad solo queremos divertirnos."

Los dos niños se relajaron al escuchar eso y comenzaron a interactuar con los monstruos. Rumboso les enseñó a hacer reír a los demás contando chistes, Glu compartió su colección de caramelos, y Tinky les enseñó cómo hacer arte con hojas del bosque.

Mientras jugaban, Sofía planteó una idea. "¿Por qué no organizamos una fiesta con todos los que viven en el pueblo?"

Los monstruos se iluminaron con la idea. "¡Sí! Sería divertido!" dijo Glu mientras comenzaba a bailar.

Sin embargo, había un pequeño problema. Los habitantes del pueblo, al ver a los monstruos, se asustaban y huían. Así que Sofía, Lucas y los monstruos decidieron crear un plan.

"¡Hagamos carteles que digan que no somos aterradores!", propuso Lucas, entusiasmado.

Pasaron la tarde dibujando coloridos carteles y elaborando una invitación que decía: "¡Fiesta en el bosque! Los monstruos son amigos, no dan miedo!"

Con todo listo, comenzaron a repartir las invitaciones por el pueblo. Algunos niños eran escépticos, pero otros estaban emocionados por conocer a los monstruos.

Llegó el gran día de la fiesta y los monstruos se prepararon. Rumboso hizo risas, Glu compartió caramelos a manos llenas y Tinky adornó el lugar con flores y hojas brillantes.

Poco a poco, los habitantes de Villaverde fueron llegando y, para su sorpresa, se encontraron con monstruos divertidos que solo querían hacer amigos.

"¿Son ustedes los que nos asustaban?", preguntó una mamá con su pequeño.

"¡No! Estamos aquí para disfrutar y hacer que todos se rían!", respondió Rumboso.

Al ver que los monstruos no los asustaban, los niños comenzaron a jugar con ellos. La fiesta fue un éxito, llena de risas, juegos y mucho, pero mucho dulce.

Al final del día, todos se sentaron alrededor de una fogata y contaron historias. Sofía y Lucas sonrieron al ver cómo los monstruos se habían convertido en los amigos del pueblo.

"Nunca pensaríamos que podríamos ser amigos de monstruos", dijo Lucas emocionado.

"Todo se trata de conocerse y no juzgar por las apariencias", agregó Sofía.

Desde aquel día, los monstruos Rumboso, Glu y Tinky y los niños de Villaverde vivieron muchas más aventuras juntos, recordando siempre que, a veces, lo que parece aterrador puede ser una gran oportunidad de amistad.

Y así, los monstruos dejaron de ser temidos y se convirtieron en parte del pueblo, mostrando a todos que la amistad puede superar cualquier miedo.

FIN.

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