Los tres mosqueteros de la empatía
Diego y Gustavo eran dos amigos inseparables que siempre buscaban aventuras nuevas. Un día, mientras paseaban por el centro de la ciudad, vieron a un niño llamado Simón que llevaba una mochila muy grande y parecía estar perdido.
"¿Viste ese niño?" preguntó Diego a Gustavo. "Sí, parece que necesita ayuda" respondió Gustavo. "¡Vamos a seguirlo para ver si podemos ayudarlo!" exclamó Diego emocionado.
Los dos amigos siguieron a Simón desde lejos hasta que llegaron a una pequeña casa en las afueras de la ciudad. Allí vieron cómo Simón entraba y salía varias veces con más bolsas en sus manos. "Debe ser su casa" dijo Gustavo.
"Pero ¿por qué tiene tantas bolsas? No es normal para un niño llevar tanto peso encima" observó Diego preocupado. Decidieron acercarse y preguntarle si necesitaba ayuda.
Cuando lo hicieron, Simón les explicó que tenía varios hermanos menores y su mamá trabajaba todo el día para poder alimentarlos. Él era el encargado de hacer las compras y cuidar de ellos cuando ella no estaba en casa. Diego y Gustavo se sintieron muy tristes al escuchar esto.
Sabían lo difícil que era tener responsabilidades tan grandes siendo tan jóvenes. Decidieron ofrecerle su ayuda para repartir las compras e incluso invitarlo a jugar con ellos después. A partir de ese momento, los tres niños se convirtieron en grandes amigos.
Diego y Gustavo visitaban a Simón regularmente para jugar juntos o ayudarlo con cualquier tarea del hogar. También le enseñaron a Simón la importancia de pedir ayuda cuando se necesita y cómo trabajar en equipo para lograr grandes cosas.
Con el tiempo, la situación de la familia de Simón mejoró y su mamá pudo conseguir un trabajo mejor remunerado.
Pero lo más importante fue que Diego y Gustavo aprendieron una gran lección sobre la empatía y cómo pequeñas acciones pueden hacer una gran diferencia en las vidas de los demás. Desde entonces, los tres amigos siguieron explorando juntos nuevas aventuras y siempre estuvieron dispuestos a ayudar a quienes lo necesitaban.
FIN.