Los Tres Osos y el Viaje a la Ciudad



Había una vez tres osos muy singulares que vivían en un bosque encantado: un oso panda llamado Pandy, un oso polar llamado Polio y un oso pardo llamado Pardo. Un día, mientras contaban historias entre ellos, Pandy dijo:

"¿No se les ocurre que deberíamos visitar la ciudad? ¡Dicen que hay montones de cosas interesantes para ver!"

Polio, que siempre había tenido curiosidad por el mundo fuera de su hogar helado, respondió emocionado:

"¡Eso suena genial! ¡Icebergs no hay, pero podemos encontrar otra cosa!"

Pardo, con su espíritu aventurero, no se quedó atrás:

"¡Vamos a buscar unas ricas tortas! ¡En la ciudad deben ser enormes!"

Así que los tres amigos se pusieron en marcha, caminando por senderos rodeados de árboles y flores, hasta que finalmente llegaron a la ciudad. Los ruidos, luces y gente los aturdieron un poco.

"¿Dónde está todo? ¿Es esto una ciudad?", preguntó Pandy, mirándose con curiosidad.

"Está todo, solo que tenemos que buscarlo", contestó Pardo con determinación. Y así, se lanzaron a la aventura.

Pronto llegaron a una plaza llena de bancos y niños jugando, lo que les hizo sentir más cómodos. Pero justo cuando se disponían a disfrutar de su primer helado con sabor a fresa, un niño gritó:

"¡Mira, un oso panda! ¡Y junto a él hay un oso polar y un oso pardo! ¡Vamos a sacarnos una foto!"

Los tres osos se miraron con sorpresa.

"¿Foto? Nunca nos hemos sacado una foto", dijo Pandy, emocionado pero un poco nervioso.

"¡Ya sé! Posamos como en nuestra selfie del bosque!", propuso Polio. Los niños rieron y se acomodaron para la foto, pero al instante de clickear, Pardo, que tenía mucha energía, saltó en el aire y los niños gritaron riendo:

"¡Los osos voladores!"

Luego, siguieron caminando hasta que encontraron una heladería. Pardo, al ver tantos sabores, enloqueció.

"¡Quiero uno de cada tipo!", exclamó mientras se relamía.

Las heladas miradas del dueño lo hicieron detenerse.

"¿Usted sabe cuánto cuesta eso, amigo oso?" -dijo el heladero, levantando las cejas.

Pardo, confundido, contestó:

"¿Precios? ¡En el bosque las frutas crecen gratis!"

Polio, con su humor ingenioso, acotó:

"El shopping de los helados está por encima de los árboles, no seas así. ¡Pagotearás los helados con lo que saques a pastar!"

Y así, rieron de su confusión cuando se dieron cuenta que era mejor elegir un helado por cabeza. Al final, se decidieron por uno de fresa, uno de chocolate y uno de arequipe.

Mientras degustaban sus helados, decidieron explorar un poco más. Visitaron un parque donde había un juego inflable. Sin pensarlo dos veces, se lanzaron al inflable, causando una gran diversión entre los niños que ya los conocían.

"¡Estos son los mejores osos de la ciudad!", gritaba uno de los chicos.

De repente, un perro travieso apareció y, intrigado, comenzó a correr alrededor de ellos. Pardo, al verlo, gritó:

"¡Chicos, un nuevo amigo animal! ¡Se parece a un oso, pero menos! ¡A jugar!"

Y así, entre risas y juegos, los tres osos aprendieron que la amistad no tiene fronteras, ni en el bosque ni en la ciudad. Al final del día, volvieron a casa, cansados pero llenos de historias que contar.

"El mundo es mucho más grande de lo que pensamos", dijo Pandy mientras miraba las estrellas desde su hogar, y sus amigos asintieron.

"Y lleno de sorpresas, ¡como nosotros!", añadió Polio entre risas.

Y desde ese día, los tres amigos no solo fueron osos, fueron los osos aventureros que conquistaron la ciudad, llevándose consigo historias y risas a raudales. Y aprendieron que, aunque a veces la vida puede ser diferente a lo que esperaban, siempre hay algo divertido que descubrir.

FIN.

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