Los tres perritos y la cura mágica de Luna


Había una vez, en lo más profundo del bosque, tres perritos muy traviesos y juguetones: Canela, Chocolate y Vainilla. Vivían felices junto a su mamá perruna, Luna, que siempre los cuidaba con mucho amor y paciencia.

Una tarde soleada, mientras los hermanitos correteaban entre los árboles y las flores silvestres, escucharon un grito de dolor. Corrieron hacia la casita de madera donde vivían con su mamá y la encontraron acostada en su camita, temblando de fiebre.

- ¡Mamá! ¿Qué te pasó? -preguntó preocupada Canela. - Un vicho me picó y me siento muy débil -respondió Luna con voz entrecortada por el dolor. Los tres hermanitos se miraron angustiados.

Sabían que debían hacer algo para ayudar a su mamá a sentirse mejor. Fue entonces cuando decidieron salir en busca de una cura para la picadura venenosa que había afectado a Luna.

- ¡Vamos al río! Allí vive el sapo Sabio que sabe todo sobre plantas medicinales -sugirió Chocolate con determinación. Los cuatro emprendieron juntos el viaje hacia el río cristalino que serpenteba entre los árboles centenarios del bosque. Tras recorrer un largo trecho lleno de aventuras y desafíos, finalmente llegaron al hogar del sapo Sabio.

- Buenos días, Sapo Sabio. ¿Podrías ayudarnos? Nuestra mamá fue picada por un vicho y necesita tu sabiduría para sanar -explicó Vainilla con respeto.

El sapo Sabio les escuchó atentamente y les mostró una planta especial conocida como "Estrella Plateada", cuyas hojas tenían propiedades curativas contra las picaduras venenosas. Les enseñó cómo preparar una infusión con las hojas de la planta y les dio instrucciones precisas para administrarla a Luna.

De regreso a casa, los tres perritos cuidaron amorosamente de su mamá enferma siguiendo al pie de la letra las indicaciones del sapo Sabio. Día tras día le daban la infusión de Estrella Plateada mientras le cantaban canciones dulces para alegrarle el corazón.

Poco a poco, gracias al cuidado incondicional de sus hijos y al poder sanador de la planta medicinal, Luna comenzó a recuperarse. Su fiebre bajaba lentamente hasta que finalmente desapareció por completo.

Una mañana radiante, Luna se despertó sintiéndose fuerte y llena de energía gracias al amoroso cuidado brindado por sus cachorros valientes. Los abrazó tiernamente mientras lágrimas de alegría rodaban por sus mejillas peludas. - ¡Gracias mis pequeños héroes! Gracias por no rendirse nunca y por traerme la cura que necesitaba.

Su valentía y amor han salvado mi vida -dijo Luna emocionada.

Desde ese día en adelante, Canela, Chocolate and Vainilla aprendieron lo importante que es estar unidos como familia en momentos difíciles; descubrieron el valor del trabajo en equipo y entendieron que el amor es el mejor remedio para cualquier enfermedad o adversidad que pueda surgir en sus vidas dentro del mágico bosque donde habitaban juntos.

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