Los Valientes Astronautas y Valiente en la Luna
Era un lindo día en el pueblo de Las Estrellas, donde los niños soñaban con ser astronautas. Había un grupo de valientes astronautas: Ana, Leo y Mateo, que estaban listos para su misión más increíble: ¡viajar al espacio! Pero no iban a ir solos, iban a llevar a su amigo más valiente: Valiente, un pequeño perro de pelaje dorado y ojos chispeantes que siempre estaba dispuesto a vivir aventuras.
"¡Estoy listo para la aventura!" - ladró Valiente moviendo su cola emocionado.
"Nos vamos a la luna, ¡qué genial!" - exclamó Leo mientras revisaba los controles de la nave.
"¡Rápido, a prepararnos!" - dijo Ana, abrigándose con su traje espacial.
Una vez listos, los astronautas subieron a la nave, Valiente saltó de un lado al otro, ansioso por despegar. La cuenta regresiva comenzó:
"Tres... dos... uno... ¡despegue!"
Y así, la nave subió al cielo, atravesando nubes y estrellas, dejando la tierra a sus pies.
Mientras volaban, Valiente miraba por la ventana maravillado.
"¡Miren todas esas estrellas! ¡Son como fueguitos en el cielo!" – dijo emocionado.
Tras varios minutos de travesía, la nave comenzó a temblar, y todos sintieron un ligero mareo.
"¡¿Qué es eso? !" - gritó Mateo, mientras se aferraba al asiento.
"No se preocupen, es solo la turbulencia. ¡Todos a mantener la calma!" - dijo Ana tratando de tranquilizar a sus amigos.
Finalmente, después de un emocionante viaje, la nave aterrizó suavemente en la superficie lunar.
"¡Llegamos!" - gritaron todos al unísono mientras la puerta de la nave se abría.
Valiente fue el primero en saltar, soltándose del control de su correa.
"¡Guau, la luna es tan suave! ¡Y puedo saltar alto!" - ladró mientras daba saltos felices.
Ana, Leo y Mateo lo siguieron, sorprendidos por la gravedad diferente. Comenzaron a caminar como si estuvieran en una pileta.
"¡Miren, aquí puedo hacer un caballito!" - dijo Mateo mientras saltaba.
"¡Esto es increíble!" - gritó Leo entre risas.
Mientras exploraban, Valiente encontró algo brillante en el suelo. Era una piedra lunar con un fulgor especial.
"Miren esto, compañeros!" - ladró Valiente, acercándose a ellos con su tesoro.
Todos quedaron asombrados.
"Es hermosa, ¡podríamos llevarla a la Tierra y mostrarla!" - sugirió Ana.
Sin embargo, cuando intentaron recogerla, algo inusual ocurrió. Un pequeño grupo de criaturas lunares apareció, ¡eran unos simpáticos bichitos plateados!"¡Hola, amigos terrestres!" - dijeron al unísono las criaturas saltando.
"¿Qué están haciendo aquí?" - preguntó una pequeña criatura con cara de preocupación.
"¡Vinimos a explorar y a aprender!" - respondió Leo, sonriendo.
Las criaturas se miraron entre sí y luego una de ellas, más valiente que las demás, dijo:
"Nosotros cuidamos esta piedra. Es muy especial, y es el corazón de la luna. Si la llevan, nuestra casa perdería su brillo."
Los astronautas se miraron entre ellos, sintiendo la responsabilidad de cuidar ese lugar mágico.
"No queremos hacer daño. ¿Cómo podemos ayudarles?" - preguntó Ana, siendo la más empática del grupo.
Las criaturas se animaron y propusieron un trato:
"Si nos muestran cómo es la Tierra y nos enseñan a cuidar el planeta, les daremos una parte de nuestra piedra. Así podrán sentir su energía sin llevarla consigo."
Valiente saltó de alegría.
"¡Eso suena genial! ¡Podremos ser amigos!" - ladró.
Así que, durante varios días, los astronautas y las criaturas trabajaron juntos. Les enseñaron sobre plantas, el agua, el cuidado de los animales y cómo detener la contaminación. Claro que Valiente fue el mejor asistente, ayudando a todos a entender el valor de preservar la naturaleza.
Finalmente, llegó el momento de partir. Las criaturas les entregaron una pequeña porción de la piedra, que brillaba con una luz suave y cálida.
"Recuerden, siempre pueden regresar, ¡y nosotros también los visitaremos!" - dijeron las criaturas emocionadas.
"¡Adiós, amigos!" – ladró Valiente, mientras daba un último salto de alegría.
De regreso en la Tierra, los astronautas compartieron su aventura y la importancia de cuidar nuestro planeta, convirtiéndose en protectores del medio ambiente.
Y así, Valiente no solo fue un valiente astronauta, sino también un gran defensor de la Tierra, enseñando a todos que la valentía no solo radica en viajar al espacio, sino en cuidar de nuestro hogar.
FIN.