Los valientes compañeros de clase
Había una vez un niño llamado Mateo que estaba muy emocionado porque al día siguiente empezaba su primer día de clases en el jardín. Desde temprano, se levantó con una sonrisa y comenzó a prepararse para ese gran día.
Mateo se vistió con su uniforme escolar nuevo y se miró al espejo con orgullo. Su mamá le preparó un desayuno especial con tostadas, mermelada y jugo de naranja.
Mateo comía despacito, saboreando cada bocado mientras pensaba en todas las aventuras que viviría en la escuela. "¡Mamá, estoy listo para irme!", exclamó Mateo mientras agarraba su mochila llena de útiles escolares.
Su mamá lo acompañó hasta la puerta y le dio un beso en la frente antes de desearle un buen día lleno de aprendizajes y diversión. Mateo salió de su casa con paso decidido, dispuesto a enfrentar todo lo que se pusiera en su camino.
En el camino hacia el jardín, Mateo encontró a Lucas, su vecino y futuro compañero de clase. Lucas también llevaba puesto su uniforme y tenía una expresión nerviosa en el rostro. "Hola Lucas, ¿estás listo para el primer día de clases?", preguntó Mateo con entusiasmo.
Lucas asintió pero confesó: "Estoy un poco nervioso, no sé qué me espera en la escuela".
Mateo puso una mano en el hombro de Lucas y le dijo: "No te preocupes, yo también estoy nervioso, pero juntos podemos enfrentar cualquier desafío que se nos presente". Con esas palabras reconfortantes, los dos amigos caminaron juntos hacia la escuela. Al llegar al jardín, fueron recibidos por la maestra Clara, quien les dio la bienvenida con una sonrisa cálida.
La maestra Clara los llevó hasta el aula donde conocerían a sus otros compañeros de clase. Allí descubrieron que todos estaban ansiosos por empezar este nuevo capítulo en sus vidas.
Durante el día, Mateo y Lucas participaron en diferentes actividades como dibujar, cantar canciones y jugar juegos didácticos. Se dieron cuenta de que la escuela era un lugar divertido donde podían aprender cosas nuevas todos los días.
Al finalizar la jornada escolar, Mateo y Lucas se despidieron con abrazos sabiendo que habían hecho nuevos amigos y que tenían todo un año por delante para crecer juntos tanto académica como personalmente.
Esa noche, cuando Mateo volvió a casa emocionado por todo lo vivido en su primer día de clases, le contó a su mamá sobre sus aventuras junto a Lucas y cómo había superado sus miedos gracias a la amistad. Y así termina nuestra historia, demostrándonos cómo enfrentar situaciones nuevas puede ser más sencillo si tenemos amigos al lado.
FIN.