Los Valientes del Aula



Era un día soleado en la escuela primaria "Estrella Brillante", y en el aula de cuarto grado, un grupo de estudiantes se dedicaba a hacer travesuras. En lugar de escuchar a su maestra, el grupo de chicos, conocido como "Los Rebeldes", pasaba el tiempo haciendo bromas y riendo a carcajadas.

La maestra intentaba mantener la calma, pero cada vez que ella comenzaba a hablar, aparecía un globo de agua que hacían rebotar en la cabeza del compañero de adelante. Entre risas y más risas, un día, la directora, la señora López, entró al aula. Los estudiantes se congelaron al verla.

"¡Buenos días, chicos!", dijo con una amplia sonrisa, aunque su mirada era firme. "He escuchado que hay mucho ruido aquí. ¿Pueden explicarme por qué?"

"Fue solo una broma, señora López", respondió Tomás, el líder del grupo.

"Las bromas son divertidas hasta que lastiman a alguien. Necesitan aprender los valores que hacen de ustedes mejores personas. No solo para que sean un orgullo para sus padres, sino para que también sean un orgullo para ustedes mismos. ¿Qué tal si lo intentan por una semana?"

Los chicos se miraron entre sí, escépticos, pero juntos dijeron: "¡Está bien!"

Así comenzó la semana de los valores. Al principio, fue complicado. Se olvidaban de ayudar a los demás y preferían seguir con sus travesuras. Un día, mientras estaban en el recreo, vieron a una niña nueva, Clara, sentada sola en un banco.

"¿Por qué no va a jugar con sus amigos?", murmuró Pablo.

"No tiene amigos; viene de otra escuela", dijo Jimena.

Tomás, recordando lo que dijo la directora, sintió un nudo en el estómago.

"¿Qué tal si la invitamos a jugar?"

Todos miraron a Tomás sorprendidos.

"¿Invitar a la nueva? ¿Acaso estás loco?", respondió Laura.

"Pero... ¿y si le gusta? Además... podría ser divertido", insistió Tomás.

Las dudas iniciales fueron disipándose poco a poco. Con valentía, Tomás se acercó a Clara y le dijo: "Hola, soy Tomás y estos son mis amigos. ¿Te gustaría jugar con nosotros?"

Clara levantó la vista y una gran sonrisa iluminó su rostro.

"¡Sí! Me encantaría jugar!"

Pronto, el juego fue una mezcla de risas, carreras y, sobre todo, compañerismo. La semana avanzó, y Los Rebeldes comenzaron a practicar otros valores: amistad, generosidad y respeto. Un día, Paula, la más traviesa del grupo, decidió hacer algo especial.

"Chicos, deberíamos hacer una sorpresa para la maestra. ¡Un mural!"

Todos se miraron, partiendo de la idea de que, era un esfuerzo que jamás hubieran pensado realizar. Poco a poco, fueron recolectando cartulinas y materiales. Con ayuda de Clara, que les mostró su talento para el arte, el mural cobró vida.

El día de la presentación, la directora López entró al aula y se quedó impactada.

"¡Guau! Este mural es impresionante, ¿quién lo hizo?"

"Nosotros, señora!", gritaron a coro Los Rebeldes, mostrando una sonrisa genuina.

"Esto es increíble, chicos. Ustedes han demostrado que han aprendido los valores. ¿Se sienten orgullosos de ustedes mismos?"

"Sí, señora!", respondieron gritando.

La directora sonrió, sintiéndose satisfecha.

"Recuerden que los valores deben ser parte de su vida siempre. Traten a los demás con bondad y respeto, y verán cómo su entorno cambia. Siempre serán el orgullo de sus padres y de su comunidad".

La clase vitoreó y decidieron que practicar los valores era divertido. No solo jugaban juntos, sino que se ayudaban con las tareas, organizaban juegos para todos y, sobre todo, aprendieron a escuchar.

Los Rebeldes se transformaron en "Los Valientes del Aula", y cada uno de ellos se sintió más seguro y feliz. El último día de la semana, la señora López les dijo: "Estoy muy orgullosa de ustedes, pero esto no termina aquí. ¿Qué les parece si seguimos practicando estos valores hasta el final del año?"

Los chicos, emocionados, respondieron a coro: "¡Sí!"

Así, los niños de "Estrella Brillante" se convirtieron en un ejemplo para otros, y demostraron que la verdadera valentía está en ser mejores personas cada día.

FIN.

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