Los Valientes del Bosque Tenebroso
Una tarde soleada, Julio, Luis, Erick, Leonel y Omarson decidieron que era el día perfecto para una aventura en el bosque. Su entusiasmo era contagioso, aunque una nube de misterio rodeaba el lugar. El pueblo decía que el bosque era oscuro y tenebroso, y que en él habitaban criaturas extrañas. Pero a ellos no les importó. Con linternas y una mochila llena de provisiones, se adentraron en el bosque.
Al principio, todo parecía divertido. Los árboles eran altos y majestuosos, y el canto de los pájaros los acompañaba. Sin embargo, a medida que se alejaban del sendero, el ambiente se volvía más sombrío. Las sombras parecían moverse y un ligero viento susurraba secretos entre las ramas.
- “Este lugar me da escalofríos”, dijo Erick, ajustándose la linterna.
- “No seas miedoso”, respondió Julio, intentando parecer valiente. “Es solo un bosque”.
- “Pero ¿y si encontramos un monstruo? ” insistió Leonel.
- “¡Ay, ya empezás con eso! No hay monstruos, son solo cuentos”, exclamó Luis, tratando de calmar a sus amigos.
Al continuar su camino, notaron que la luz del sol era cada vez más tenue. Los árboles formaban una especie de túnel oscuro a su alrededor. Se escuchaba un crujido detrás de ellos.
- “¿Escucharon eso? ” preguntó Omarson, con un leve temblor en su voz.
- “Sí, pero no es nada. Seguramente es un animalito”, dijo Luis, aunque en su voz había un atisbo de duda.
En ese momento, se encontraron con un sendero que parecía salir de la oscuridad.
- “Miremos hacia allá”, sugirió Julio. “Quizás sea un camino de salida”.
- “O un camino hacia más problemas”, replicó Leonel.
Decidieron aventurarse por el nuevo camino. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que se habían desorientado. Los árboles parecían idénticos, y los sonidos del bosque se intensificaban, volviéndose inquietantes.
- “Chicos, creo que estamos perdidos”, admitió Erick, muy preocupado.
- “No puede ser”, dijo Luis. “Solo tenemos que retroceder”. Pero al intentarlo, se dieron cuenta de que todo parecía diferente, como si el bosque estuviera jugando con ellos.
De repente, una luz brillante apareció a lo lejos. Un destello de esperanza los animó.
- “Vamos hacia la luz”, propuso Omarson, aunque sus manos temblaban.
- “Es una trampa, estoy seguro”, advirtió Leonel.
Sin embargo, decidieron comprobarlo. Avanzaron lentamente, y cuando llegaron, encontraron una hermosa hada que brillaba con una luz suave.
- “Hola, montañeses”, dijo el hada con una voz melodiosa. “No temáis, estoy aquí para ayudarles”.
Los chicos se miraron incrédulos.
- “¿De verdad puedes ayudarnos? ” preguntó Julio.
- “Claro, sólo tienes que seguir mis instrucciones. Pero primero, deben aprender a confiar en ustedes mismos y en sus amigos”.
El hada les propuso un juego. Cada uno tuvo que contar un miedo que tenía y luego formar un equipo para enfrentar ese miedo juntos.
- “Yo tengo miedo a perderme”, confesó Erick.
- “Yo le temo a lo desconocido”, dijo Leonel.
- “No quiero que me vean triste”, añadió Julio.
- “Yo temo a las cosas aterradoras que se oyen en la oscuridad”, admitió Luis.
- “Y yo tengo miedo de no lograrlo”, finalizó Omarson.
El hada sonrió y les enseñó que, al compartir sus miedos y apoyarse mutuamente, su valentía crecía.
- “Ahora, repitan conmigo: somos fuertes, somos valientes, y juntos podemos enfrentar cualquier miedo”, ordenó ella.
Los chicos repitieron las palabras con convicción y, al instante, la oscuridad del bosque pareció convertirse en luces y sombras danzantes. Se sintieron más ligeros, como si una carga hubiera sido levantada de sus corazones. Con la ayuda del hada, lograron encontrar el camino de regreso a casa, sintiéndose más unidos y valientes.
Al salir del bosque, el sol brilló intensamente y comprendieron que la verdadera aventura había estado en enfrentar sus miedos y descubrir el poder de la amistad.
- “Nunca más tendré miedo, mientras esté con ustedes”, aseguró Luis.
- “¡Sí! ¡Somos un gran equipo! ”, exclamó Leonel. Y así, regresaron a su pueblo, listos para la próxima aventura, sabiendo que los verdaderos valientes son aquellos que enfrentan sus miedos juntos.
FIN.