Los Valientes del Cinturón



Era un día soleado en la ciudad de La Libertad, donde los niños solían jugar en la plaza después de la escuela. Un grupo de amigos, formado por Sofía, Lucas y Tomás, se sentó en un banco a charlar sobre sus aventuras del día. De repente, Tomás, que siempre tenía una idea brillante, dijo:

- ¡Che, chicos! ¿Se acuerdan del nuevo cartón de seguridad que trajo el profesor Jiménez sobre el cinturón? ¡Deberíamos hacer algo al respecto!

Sofía, curiosa, preguntó:

- ¿A qué te referís, Tomás?

Lucas, que siempre estaba dispuesto a seguir las ideas de Tomás, añadió:

- Sí, contanos más. Me gusta la idea.

- Yo creo que podríamos hacer una especie de obra de teatro para que los demás chicos aprendan sobre lo importante que es usar el cinturón de seguridad - propuso Tomás entusiasmado.

Sofía estuvo de acuerdo, pero tenía una preocupación:

- Pero no solo eso, tenemos que encontrar la forma de hacerlo divertido. No quiero que se aburran.

Así, los amigos se pusieron manos a la obra. Se dividieron las tareas: Tomás escribiría el guion, Lucas se encargaría de los disfraces y Sofía se ocuparía de la escenografía. Después de varios días de trabajo, estaban listos.

El día de la presentación, los chicos invitaron a toda la escuela a su show, lleno de colores y risas. Vestidos con cinturones de seguridad de colores brillantes, Sofía inició la obra:

- ¡Hola a todos! Hoy vamos a hablar de una cosa muy seria, pero lo haremos con mucha diversión. ¡Bienvenidos a "Los Valientes del Cinturón"!

Tomás hizo de conductor del auto y empezó su historia:

- Era un día común y corriente, y yo, el valiente del cinturón, estaba viajando con mis amigos en el auto. Pero, ¡oh no! Uno de ellos había olvidado ponérselo.

Lucas, que hacía del amigo olvidadizo, interrumpió:

- ¡Ay, no! Nunca pensé que fuera tan importante.

- ¡Claro que sí! - exclamó Tomás - Sin el cinturón, estamos en peligro. ¡Mirá lo que puede pasar!

De repente, la escenografía comenzó a titilar y una gran explosión de papel de colores llenó el escenario. Los chicos se habían organizado para simular un accidente, pero fue todo en broma, para que entendieran la gravedad del asunto sin asustarlos.

- ¡Mirá, sin cinturón volamos como pajarracos! - gritó Lucas haciendo movimientos exagerados por el escenario, mientras todos se reían.

Sofía, como una autoridad, apareció con una gran sonrisa y dijo:

- Pero si usamos el cinturón de seguridad, podemos ser como superhéroes. ¡Vean! - y se puso un cinturón de seguridad amarillo, luego saltó con mucha energía y se quedó firme.

Al final de la obra, los chicos pidieron a sus compañeros que compartieran sus opiniones. Un grupo de niños levantó la mano:

- ¡Yo siempre uso el cinturón! - dijo uno muy emocionado. Otro añadió:

- ¡Yo nunca lo había visto de esta manera! Es verdad, es como ser un superhéroe

Sofía, feliz, cerró la presentación:

- Bueno amigos, recuerden que siempre, siempre debemos ponernos el cinturón de seguridad. ¡Así somos más que valientes!

La obra terminó y todos aplaudieron con entusiasmo. Sus compañeros habían aprendido sobre la importancia del cinturón de seguridad de una forma divertida y educativa.

Más tarde, los tres amigos se sintieron orgullosos de haber transmitido su mensaje. Mientras caminaban a casa, Lucas dijo:

- Ojalá todos los niños se acuerden de usar el cinturón.

Tomás, con una sonrisa, respondió:

- A mí me encanta ser parte de la solución. ¡Vamos por más!

Sofía concluyó:

- ¡Sí! Y siempre vamos a ser los valientes del cinturón.

Y así, un simple acto de creatividad, unió a los amigos y dejó una enseñanza valiosa que continuaría por mucho tiempo, haciendo que cada viaje en auto fuera más seguro y lleno de risas.

Desde ese día, los chicos de La Libertad nunca olvidaron usar su cinturón de seguridad, porque, en el fondo, sabían que eran verdaderos superhéroes cuando lo llevaban puesto.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!