Los valientes dinosaurios



Había una vez, en un lugar lejano y misterioso, una ciudad oculta en lo más profundo de la selva.

Esta ciudad era habitada por dinosaurios de todas las especies imaginables: el amigable Triceratops, el feroz Tiranosaurio Rex, el ágil Velociraptor y muchos otros más. Los habitantes de esta ciudad vivían en armonía y paz. Cada día se levantaban temprano para buscar comida y jugar juntos.

Pero tenían un gran secreto que los protegía de los peligros del exterior: ¡un poderoso escudo invisible que rodeaba su ciudad! Este escudo había sido creado por un anciano dinosaurio sabio llamado Don Estegosaurio. Él conocía los secretos antiguos de la naturaleza y sabía cómo utilizarlos para proteger a su pueblo.

El escudo era tan fuerte que ningún depredador podía entrar, ni siquiera los más grandes y feroces. Un día, mientras jugaban cerca del río, dos jóvenes dinosaurios llamados Pepe el Parasaurolophus y Lola la Diplodocus descubrieron algo extraño.

Habían encontrado un mapa antiguo que mostraba una ruta hacia otra tierra llena de vegetación exuberante y agua cristalina. Pepe emocionado dijo: "-¡Lola! ¡Tenemos que contarle esto a Don Estegosaurio! Quizás podamos encontrar comida aún mejor o nuevos amigos".

Lola asintió con entusiasmo: "-Tienes razón, Pepe. Vamos rápido antes de que anochezca". Corrieron hasta llegar al hogar del anciano sabio donde encontraron a Don Estegosaurio estudiando libros antiguos.

Le explicaron lo que habían encontrado y Don Estegosaurio escuchó atentamente. "-Es un descubrimiento maravilloso, jóvenes dinosaurios", dijo el anciano sabio con una sonrisa. "-Pero debemos tener cuidado. Nuestro escudo invisible nos protege de los peligros del exterior, pero si salimos de la ciudad, estaremos desprotegidos".

Pepe y Lola se miraron preocupados. No querían poner en peligro a su pueblo, pero también deseaban explorar nuevas tierras.

Don Estegosaurio comprendió sus sentimientos y les dio una solución: "-Si realmente desean explorar esa nueva tierra, tendrán que buscar una manera de llevar nuestro poderoso escudo con ustedes". Los jóvenes dinosaurios asintieron emocionados y comenzaron a idear un plan para llevar el escudo consigo.

Después de mucho pensar e investigar, descubrieron cómo hacerlo: debían utilizar las plantas mágicas del bosque para crear amuletos especiales que mantendrían el escudo activo. Con determinación en sus ojos, Pepe y Lola buscaron las plantas necesarias y las llevaron al anciano sabio para que las preparara.

Una vez listos los amuletos, los jóvenes dinosaurios se colocaron uno cada uno alrededor del cuello. "-Ahora podrán explorar la nueva tierra sin correr peligro", dijo Don Estegosaurio orgulloso. Pepe y Lola le dieron las gracias emocionados antes de partir hacia su aventura.

Caminaron por la selva hasta llegar al borde de la ciudad oculta donde el poderoso escudo invisible terminaba. "-¡Aquí comienza nuestra gran aventura!", exclamó Pepe. Lola sonrió y asintió.

Juntos cruzaron el límite del escudo y se adentraron en la nueva tierra desconocida. Exploraron montañas, ríos y valles. Conocieron a nuevos dinosaurios amigables y descubrieron frutas deliciosas para llevar de vuelta a su ciudad oculta. Siempre llevaban consigo sus amuletos mágicos que mantuvieron el escudo activo.

Finalmente, después de haber vivido muchas emocionantes aventuras, regresaron a su hogar con las manos llenas de frutas exóticas y corazones llenos de gratitud por el poderoso escudo que los protegía.

Don Estegosaurio los recibió con alegría: "-Han demostrado ser valientes exploradores y han traído tesoros para nuestro pueblo". Pepe y Lola se sintieron orgullosos de haber cumplido su misión sin poner en peligro a nadie.

Compartieron sus experiencias con todos los habitantes de la ciudad oculta, inspirándolos a soñar en grande y explorar nuevas tierras dentro de los límites seguros del escudo invisible. Desde aquel día, la ciudad oculta se convirtió en un lugar aún más especial. Sus habitantes aprendieron que pueden encontrar aventuras emocionantes sin tener que arriesgarlo todo.

Y así, continuaron viviendo en armonía entre dinosaurios, protegidos por el gran secreto que guardaban celosamente: ¡el poderoso escudo invisible que los mantenía seguros en su mundo perdido en el tiempo!

FIN.

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