Los valientes gemelos chinos y el monstruo amigable
Había una vez dos hermanos gemelos chinos llamados Mei y Li. Vivían en una pequeña aldea rodeada de montañas y bosques, donde la gente era muy amable y trabajadora.
Los hermanos eran inseparables, siempre juntos en todas sus aventuras. Un día, mientras exploraban el bosque, se toparon con un monstruo gigante que parecía estar perdido. El moustros tenía ojos grandes y brillantes como luciérnagas, escamas verdes por todo su cuerpo y garras afiladas como cuchillos.
Los gemelos no sabían qué hacer, pero decidieron acercarse lentamente para hablar con él. "-Hola monstruo, ¿estás perdido?" preguntó Mei. "-Sí" respondió el moustros con voz grave y profunda. Li pensó rápidamente: "Quizás podamos ayudarlo a encontrar su camino".
Y así fue como los tres comenzaron a caminar juntos por el bosque buscando el camino de regreso a casa del monstruo. Durante la caminata, los gemelos descubrieron que el moustros no era tan malo como parecía.
De hecho, era muy amistoso y divertido. Jugaron juntos al escondite entre los árboles y compartieron algunas frutas del bosque. De repente, llegaron a un río que parecía imposible de cruzar sin ayuda.
Fue entonces cuando Mei tuvo una idea: "Podemos construir un puente con ramas y hojas". Los tres trabajaron duro durante horas hasta que finalmente terminaron el puente improvisado.
El moustros estaba muy contento con ellos por haberlo ayudado tanto y les ofreció un regalo como agradecimiento. Los gemelos se negaron, diciendo que no necesitaban nada a cambio. Pero el moustros insistió en darles algo especial: una semilla mágica que podría hacer crecer cualquier cosa que deseen.
Mei y Li estaban muy emocionados por su nuevo tesoro y decidieron plantar la semilla de inmediato. Al cabo de unos días, una hermosa flor gigante brotó del suelo, con pétalos de todos los colores del arco iris.
La gente de la aldea quedó impresionada con la flor y los gemelos contaron su historia sobre cómo habían conocido al amigable moustros. Desde ese día, Mei y Li se convirtieron en héroes locales, siempre dispuestos a ayudar a quienes lo necesitaran.
Y así termina esta historia sobre dos chinos gemelos valientes y un monstruo amistoso, recordándonos que nunca debemos juzgar a alguien por su apariencia externa.
FIN.