Los Valientes Guardianes de la Naturaleza



Era un hermoso día de primavera en el colegio "Estrella Brillante", donde los alumnos de quinto año estaban muy emocionados. En su clase de ciencias, la profesora Mariela les había hablado sobre los animales en peligro de extinción. Todos los chicos estaban conmovidos por la situación y decidieron que debían hacer algo para ayudar.

"¡No puede ser que los tigres, elefantes y tortugas desaparezcan!" - exclamó Sofía, una de las más entusiastas.

"Se siente tan injusto..." - agregó Julián, frunciendo el ceño. "Pero, ¿qué podemos hacer? No tenemos dinero para donaciones ni para ayudar de alguna manera".

Los chicos comenzaron a pensar en un plan. Después de charlar y juntar ideas, decidieron organizar una actividad llamada "El Día del Animal", un evento donde venderían cosas hechas por ellos para recaudar fondos.

"Podemos hacer manualidades, vender plantas y hasta ofrecer galletas que horneemos en casa", sugirió Mateo.

"¡Genial! Así todos podemos ayudar" - dijo Valentina emocionada.

Comenzaron a trabajar en la planificación del evento. Se reunían todos los días después de clases; la primera semana hicieron carteles coloridos para promocionar el evento y el fin de semana siguiente se pasaron horas cosechando plantas del jardín de sus casas.

"¿Están listas las galletas?" - preguntó Julián mientras revisaba si la masa ya estaba en el horno.

"¡Sí, pero tienen que estar riquísimas si queremos que más gente venga!" - contestó Sofía.

Finalmente, llegó el día del evento. La plaza del colegio estaba decorada con balones de colores y los chicos lucían sus sonrisas más amplias. Los padres, amigos y vecinos vinieron a visitar sus puestos. Al principio, todo iba bien; vendían plantas, galletas y muchos disfrutaban de las manualidades que habían creado con tanto amor.

Sin embargo, a media tarde, las nubes comenzaron a asomarse y el cielo empezó a oscurecerse.

"¡No puede ser que vaya a llover!", gritó Valentina con preocupación.

"No vamos a dejar que esto arruine nuestro esfuerzo" - dijo Mateo, decidido. "¡Vamos a llevar todo a la entrada del colegio!"

Rápidamente juntaron todo y se metieron adentro. Aunque al principio pensaron que su evento fracasaría, la lluvia no detuvo el ánimo de la gente. Muchos decidieron entrar a comprar lo que quedaba.

"¡Miren cuántos vienen, chicos!" - dijo Julián, entusiasmado.

"Sí, es increíble, nadie quiere perderse nuestro evento" - añadió Sofía.

A pesar de la lluvia, lograron vender casi todo. Al final del día, contaron el dinero que habían recaudado. Con gran sorpresa, tenían suficiente para hacer una donación a una organización que trabajaba para rescatar animales en peligro.

"¡Lo logramos!" - gritaron todos juntos.

"Nosotros también podemos ayudar a los animales aunque no tengamos mucho dinero", dijo Mateo. Con cada gesto de solidaridad, estaban demostrando que el esfuerzo y la unión hacen la fuerza.

La profesora Mariela estaba tan orgullosa de sus alumnos que decidió contarles más sobre el tema en las próximas clases y buscó llevar a los estudiantes a visitar una reserva natural.

"No solo recaudamos dinero. ¡Influimos en otros! A partir de hoy, más personas estarán dispuestas a ayudar y aprender", dijo la profesora.

Los chicos no solo ayudaron a los animales, sino que también inspiraron a otros a cuidar del planeta. Con el corazón lleno de alegría y esperanza, los pequeños guardianes de la naturaleza se dieron cuenta de que juntos pueden hacer grandes cosas.

Desde ese día, la misión de los chicos no terminó. Siguieron organizando actividades y aprendiendo sobre otros desafíos ambientales. Con cada esfuerzo, siempre tenían en mente que aunque el dinero no lo sea todo, la voluntad y el trabajo en equipo son un valioso tesoro.

FIN.

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